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Roberto Herrero publicó el pasado lunes, 9 de noviembre un artículo hermoso en el Diario Vasco sobre el 50 aniversario de Teatro Estudio de San Sebastián. Tuvo la deferencia, deferencia que agradezco, de pedirme opinión y escribí unas líneas que reproduzco :

“Teatro Estudio cumple cincuenta años. Muchas felicidades. 50 años no son nada como decía aquel. Amplísima trayectoria. Son auténticos corredores de fondo. Han puesto en pie autores claves del Teatro Universal: Genet, Chejov, Pinter, Ionesco,…recordamos La cantante calva (emblématica) u otros autores como Benet y Jornet, Mayorga…

Son rigurosos en el tratamiento de los temas y en el respeto a los textos. Meticulosos en las puestas en escena, grandes conocedores de la teoría teatral y merecedores de numerosos reconocimientos. Ellos han reivindicado siempre su amateurismo. Gentes con distintas profesiones unidas, todas ellas, por una pasión: el Teatro. Su posición en el panorama teatral les ha permitido hacer lo que les nacía del corazón, y de la cabeza. Lejos de los arbitrios del mercado y sin el estrés que supone llegar a unos objetivos exclusivamente economicistas. El amateurismo es para ellos garantía de libertad. Sus señas de identidad: la necesidad de contar, la posibilidad de elegir propuestas sin demasiados condicionantes, la artesanía teatral, y la calidad de sus espectáculos. Han sido sensibles también con la gente que comenzaba, ofreciendo una oportunidad a nuevos valores que dieron sus primeros pasos “escénicos” en Teatro Estudio. Constituyen una parte muy importante de la historia del Teatro en la ciudad, desde los escenarios y también fuera de ellos, como aficionados críticos y cómplices, a la vez. Cómplices de mil proyectos, iniciativas y batallas teatreras. Que este aniversario sea un acicate que os anime a seguir vuestra labor incansable como habéis hecho siempre: sin prisa pero sin pausa.”

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Ya en su día, Federico García Lorca aseguró con sabiduría que “un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo”. Efectivamente, cultivar un teatro de espaldas a sus propias raíces y a su propio pueblo sin promocionar una expresión dramática original conduce directamente a la unidad de cuidados intensivos.

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