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Los buenos amigos, Use Lahoz

Cuando uno escoge un libro sin más referencia que lo que aparece en sus solapas o el colorido de su portada, se arriesga.
Mucho se habla de los aventureros que atraviesan desiertos o hacen cumbre en Nepal… pero el lector que debe enfrentarse a una selva de títulos tan densa que a veces parece el Amazonas, también merece un respeto.
Por tanto, atreverse con una novela de cerca de 700 páginas tiene su aquel.

Pasada la prueba puedo afirmar que Use Lahoz logra mantener el interés en toda la narración, describe y dibuja a sus personajes de una forma magistral y nos cuenta muchas cosas, muchas, de unas décadas lejanas y cercanas a la vez, viajando de los años 50 a nuestro días.
Pero, no nos engañemos, no es Cuéntame. Es más crudo, más real, más como lo vivimos o intuimos las generaciones actuales.

El autor, a través del personaje de Sixto Baladía, nos habla de los orfanatos, de la migración del campo a la ciudad en busca de oportunidades, de la llegada de los primeros hippies, de los cristianos de base, de la lucha por salir del hambre y la desesperación, de las mujeres nacidas y criadas para cuidar, servir y parir, de los nuevos ricos, del poder de la iglesia… del tránsito, tan dificultoso como parcial, de una vida oscura y sin perspectivas a un mundo de libertades y esperanzas.

Es un placer seguir las andanzas de Sixto, y de los buenos amigos del orfanato. Aquellos que, como Vicente, hicieron de sus protectores en los primeros días.
Lo es ver cómo se desenvuelve en sus diferentes oficios, revistiéndose de una coraza que lo va apartando de su pasado paulatinamente. A su vez todos los personajes de esta novela coral, van creciendo, cada uno en su medida y entrelazándose en un bucle que nos llevará a un dramático final.
Porque, al final, ese secreto que unía a Sixto y a Vicente y que ha marcado la vida del primero, detonará en una trágica pirueta del destino.

Espero que alguien más se anime, aunque sólo sea para enmendarme la plana y darme una colleja. Por mi parte, me reafirmo: una gran novela.

Donostia Book Club taldearen ingelesezko tertuliak Liburutegi Nagusian, 2017ko bigarren denboraldia

Irailaren 11n, Anthony Burgess idazlearen A Clockwork Orange

Urriaren 9anKen Kesey idazlearen One Flew Over the Cuckoo’s Nest

Azaroaren 6an, James Joyce idazlearen A Portrait of the Artist as a Young Man. Saio hau Konstituzio plazako Udal Liburutegi zaharrean egingo da, 2. solairuko Mandas Dukearen aretoan.

Abenduaren 11nAmy Tan idazlearen The Joy Luck

Saioak edonorentzat irekiak izango dira. Baldintza bakarra aldez aurretik liburuak irakurtzea da. Liburu eskuragarri egoten dira Donostia Kulturako liburutegietan.

Las lágrimas de Claire Jones, Berna González Harbour

Berna González Harbour escribe novela negra. Perteneciente a esa nueva ola de escritoras españolas adictas al noir, ha participado este año en la Semana Negra de Gijón junto a lo más florido del género junto a Juan Madrid, Salem, Henaff y Silva entre otros.

¿Y qué aporta González Harbour? ¿Se trata de una francotiradora? ¿Vino para quedarse? ¿Tiene toque femenino o feminista? ¿Crimen histórico o realista o en plan expediente X?

Bueno, González Harbour ha venido para quedarse. La comisaria Ruiz, María Ruiz, apunta maneras: en Soria -árida y fría en cuanto a crímenes- está desterrada por hacerlo bien, por conseguir cerrar casos importantes y por callar lo que sabe de J.S., el nuevo superpoli jefe.
En Soria está para pudrirse poco a poco profesionalmente y a su vez estar más cerca de su novio -en coma tras una acción policial – y sus antiguos compañeros.

Bueno, ¿y el caso? ¿la intriga? ¿la sangre?…No estamos aquí para consolar a la poli por muy bien que nos caiga…
Bien, pues entre otras cosas María Ruiz deberá enfrentarse al caso Jones: el cuerpo de una joven asesinada es encontrado en el maletero de un viejo coche. Nuestra comisaria se empeñará en ayudar a su viejo mentor Carlos Fuentes y ello la llevará a chapotear en una serie de charcos con los que no contaba.
Mientras en Soria languidece el caso Buscapié -un envenenamiento del 54-, en Santander cobrará fuerza el caso Jones: nadie sabe de esa joven, que ni siquiera aparece como desaparecida.

Es en este punto donde, a mi manera de ver, esta lo más jugoso de la trama: la investigación sobre ese cuerpo, su historia, sus antecedentes, su familia… lo que llevará al mundillo de los británicos que vinieron a Santander por temas comerciales, hicieron sus fortunas, sus casas y familias. Y más interesante aún, la intervención de los cuáqueros en los avatares de la España franquista y sus intentos de ayudar a los republicanos en las horas amargas del fin de la guerra.

Que sí, que hay intrigas policiales, que hay un J.R. en el cuerpo -el malvado J.S.-, que hay trata de blancas, corrupción entre las fuerzas del orden, extorsión, y droga a mansalva.
Pero hay más de una lectura: la trama policial, la habilidad y el empaque con que Ruiz resuelve los mil y un problemas que se presentan, la propia sociedad santanderina anclada en un pasado de poder, la vida personal de los agentes que rodean a María, el perfil de los integrantes de la familia Jones y los misterios que la rodean, la figura del joven ingles que venía a ayudar a Claire, las actividades del FSC…

Y nada de despacito. La novela va a toda velocidad y se lee igualmente con fluidez. Aunque el final debe leerse más despacio, para entender mejor si cabe los muchos recovecos e interrogantes de la trama.

Que sí, que Gonzalez Harbour se queda.

Perros que duermen, Juan Madrid

No voy a descubrir a estas alturas la maestría de Juan Madrid. Ya dijo Vázquez Montalbán que los autores de la novela negra en este país eran dos: el propio Montalbán y Madrid.
Sin embargo, a pesar de su prolífica actividad creadora, se echaba en falta una obra redonda, importante, de calado…y parece que Perros que duermen cumple a la perfección este papel.

Perros que duermen es una enorme “matrioska”: la acción se sitúa en la guerra civil española (Burgos 1938), posguerra (Málaga 1945) y presente (Madrid 2011),donde los personajes entrecruzan sus vidas y sus destinos.
El punto de partida no puede ser más atrayente: un escritor antifascista es citado a recoger el legado de un falangista, comisario de policía, que esta relacionado con la historia de su familia y le ha estado protegiendo en la sombra.
Se trata de Dimas Prado: siempre al servicio del poder y sus cloacas, guardián de un terrible secreto que le sirve de catapulta para obtener más y más poder, volviéndolo intocable.

Es ese secreto, ese crimen y, sobre todo, su autor, los que marcarán el devenir de los participantes en el drama: los padres del periodista -militantes republicanos-, los jerarcas del bando nacional y su mundo de espías, putas, tahúres, excesos, el frente y el miedo, las milicias y el sufrimiento…y las pérdidas, sobre todo las morales.
Una historia de historias que nos hablará de un mundo que fue posible, que existió, donde todo parecía más limpio, lleno de afanes y energías…y cuyo devenir, con todos los horrores de los que se acompañó, marcó para siempre a varias generaciones.

Juan Madrid dice haber esperado a la muerte de sus padres para escribir esta novela. Supongo que la mayor carga sentimental proviene de sus recuerdos y memorias. Supongo que le habrá costado equilibrar el thriller -que lo hay y jugoso-, con el relato histórico. Supongo que le habrá costado mimar a todos sus personajes más o menos por igual…
Pero lo que sí es una certeza es que recrea a la perfección una de las más sombrías y amargas épocas de la historia de este país, aquella en que todo se volvió del revés como un guante y donde supervivencia y dignidad no siempre iban de la mano.
A pesar de todo o precisamente por esto, se pasa un buen rato siguiendo a Dimas Prado en sus pesquisas, siempre acompañado por el fiel Guillermo Borsa, la oscuridad hecha carne, uno de los perros que, ahora sí, muerden.