El ritmo es muy intenso, marcado por el “tour de force” entre Camille y “el novelista” -que es como bautizan al cruel asesino-, las filtraciones a la prensa, la petición de ayuda a especialistas en novela negra… y su siempre presente compañera, como centro de la vida de Verhoeven, pero ciertamente temerosa ante la próxima maternidad y el exceso de trabajo y de presión de su marido.
Al tratarse de la primera entrega de la serie Verhoeven, asistimos a un bosquejo de su infancia, de sus relaciones, de sus métodos de trabajo, impecable y nada prolijo. No puedo más que decir que lo que sucede en Irène, marcará a nuestro personaje para los restos. Uno se queda con ganas de saber más y con la sensación de que el horror con mayúsculas habita en esta novela y que se ha instalado en su vida para siempre.
Suena como un tiro, pero resulta ser un cañon. Imprescindible.