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La vida invisible de Eurídice Gusmaõ, Martha Batalha

Martha Batalha nos ha regalado una preciosa novela tanto por los temas que toca -que no son otros que los propios del ser humano- como por la forma -una prosa rica, directa, efectista, sin caer en lo sensiblero o lo dulzón-.

La autora -en palabras de ella misma- trata de recrear el mundo de amor, esperanza y lucha de esas heroínas invisibles -madres y abuelas- en un mundo que no estaba hecho ni de lejos para ellas y donde tenían que reivindicar y/o amoldarse a sus papeles de hijas modelo, mujeres amantisimas, madres abnegadas, cuidadoras incansables, salvaguardas de la reputación propia y la de los suyos, y muchas veces sustento, al faltar el hombre de la casa o tratarse de un flojo o un diletante.

Ágil y eficaz, la novela se lee como se respira: sin sentir, pero a veces entrecortadamente ante la magnitud, la simplicidad, la variedad… lo bonito y no tan bonito, que nos va contando.
Sus personajes se mueven suavemente por el texto, y nos parece estar dentro de una telenovela brasileña.
Sin embargo, no puede uno despistarse ya que tras las caras lindas y las buenas intenciones también se esconden la maldad y el rechazo. Y tras esta aparente liviandad, el relato guarda verdades como puños y realidades que a pesar del paso del tiempo siguen instaladas en el nuestro.

Y en el centro de todo eran dos hermanas: Guida y Eurídice Gusmaõ y alrededor satélites, estrellas y constelaciones.

“Guida miró hacia abajo mientras limpiaba las migas de las rosquillas de la mesa de centro.
-¿Te acuerdas del juego ponle la cola al burro?
-¿Qué?
-Ese juego en el que te tapan los ojos y te dicen que tienes que ponerle la cola al burro .El juego al que jugábamos en la fiestas de la iglesia.
-Sí
-La vida es como ese juego, Eurídice. A veces creemos que lo estamos haciendo todo bien, pero cuando nos damos cuenta descubrimos que tenemos los ojos vendados y no hay manera de acertar».

La fractura: vida y cultura en occidente, 1918-1938, Philipp Blom

Su autor, Philipp Blom, hamburgués de nacimiento y doctor en Historia Moderna por la Universidad de Oxford, para más señas, es un escalón más en la excelencia de esta insigne institución. No solo en cuanto al aspecto científico sino también al literario. Algo deben echar en el porridge del desayuno que aún no han licenciado historiador que no escriba como los ángeles. Y, créanme, narrar historia y no aburrir en el intento es extremadamente complicado.

En el caso que nos ocupa, el investigador plantea un recorrido por el período de entreguerras. Esto puede parecer muy manido y trillado, pero sorprende la originalidad de los temas en los que sitúa el foco. No nos habla de las sangrientas batallas de la Gran Guerra, pero sí de la terrible neurosis que afectó a miles y miles de soldados de ambos bandos. No narra la crisis política de las democracias liberales occidentales, pero sí en cambio el torbellino que provocó el jazz y la propagación de la cultura popular. No explica la crisis económica derivada del crack del 29, pero sí el mundo de la bohemia, André Breton y los surrealistas, las flappers, los despreocupados Bright Young Things y su juerga eterna, el fenómeno Josephine Baker, la Ley Seca, el fallido estreno de Metrópolis, Edwin Hubble, la expansión del universo, la física quántica y un largo etcétera. No relata por enésima vez cómo Adolf Hitler llegó al poder, pero sí lo que su ascenso supuso al mundo científico y cultural. Es decir, el autor toma el pulso a la vibrante, inestable y espasmódica sociedad de la época y pone el acento en cómo vivió aquellos turbulentos años en los que ya nada volvería a ser como era.

Sin embargo, si todo el recorrido del ensayo en sí resulta apasionante y asombrosamente fluido, lo mejor, cual guinda del pastel, se reserva para el final. En el epílogo, el autor alemán da el do de pecho y se marca una comparativa pasado-presente a las finas hierbas, aliñado con crítica social demoledora que uno acaba por no saber ni por dónde le da el aire. Lo que no ofrece margen de duda es la tremenda calidad que atesora este maravilloso libro.

La canción de las sombras, John Connolly

Charlie esta recuperándose de las terribles secuelas de su último caso.Sin embargo, mentalmente está más fuerte que nunca, ya no tiene miedo a nada ni a nadie. Ha visto el fin muy cerca pero, como siempre, hay algo que le incita a seguir en la brecha.
Amante de casos que a otros les parecen inexistentes, encontrará en un pequeño pueblo de Maine motivos para indagar: un incendio, la desaparición de un joven, un viajero ahogado y una mujer que vive con su hija en una casa cercana y que está muerta de miedo.
Charlie es un adicto a la empatía y pronto empezará, a pesar de su penosa condición física, a hacer lo que mejor sabe: revolver el avispero.

Así, descubrirá que hay un grupo de nazis entre aquellos que llegaron de Europa con el fin de la guerra, que tienen que ver con las atrocidades cometidas en Polonia, que ven su seguridad amenazada y que ordenan matar o matan para preservar su identidad… Estos nuevos enemigos se sumarán a los viejos de los que debe cuidarse -como el fantasmagórico Cambion- . Pero Parker esta más poderoso que nunca, no le tiembla el pulso y sigue contando con elementos sobrenaturales a su favor.

Tampoco le fallarán  sus amigos -la pareja Louis-Angel, los descerebrados pero peligrosísimos hermanos Fulci… – y su nueva familia.
El autor mezcla fantásticamente todos estos elementos: lo inexplicable, lo truculento, lo terrorífico, lo horripilante, lo irracional… en una novela de acción, de pesquisas, pero también de razonamiento, de introspección, de dolor.
La M de Maldad respira durante la lectura y calienta por momentos la nuca.

Queda por ver cuánta cuerda le queda a nuestro héroe, ante un final que se antoja, cuando menos, inquietante… y, según el propio Connolly, cercano.

Una temporada en el purgatorio, Dominick Dunne

Pues sí pero no. Dominick Dunne es mucho más ambicioso: aunque ciertamente tanto los personajes como la trama recuerdan a las andanzas del clan Kennedy, esta novela es mucho más que eso. Es una radiografía fiel y descarnada de toda una época, del afán de los nuevos ricos por afianzarse en el poder, de la falta de escrúpulos a la hora de conseguir sus fines, del valor del dinero, del uso del soborno como algo habitual y conocido, de como utilizar todos los resortes a su alcance -influencia, extorsión, medios de comunicación…-para escribir la historia a su medida, para crear verdades paralelas.

Los Bradley, esa familia modelo que, a pesar de su dinero, no encuentra su “hueco” en la anglosajona sociedad estadounidense, lo que se convierte en una obsesión para Pa Gerald y, por ende, para toda su prole.
Eliminados ciertos “obstáculos” -la hermana deficiente es recluída en un sanatorio, se buscan candidatos más o menos presentables para las otras hijas…- será el hijo más adecuado, Constant, el llamado a cumplir con el gran sueño de colocar a un católico en la presidencia de los EEUU.

En este clan tendrá un papel estelar el joven Harrison, totalmente fascinado por la manera de comportarse de los Bradley. Y precisamente será la figura de Harrison la que articule la trama desde que entra en contacto con el adorable Constant hasta el momento del crimen. Hasta el momento que las cosas cambiarán de manera irrevocable.

Los hechos, los testigos, las presiones, los secretos…marcarán el ritmo de esta estupenda novela que consigue mantenernos en vilo tanto por lo jugoso de los hechos y sus personajes, como por la capacidad de hacernos reflexionar mientras trotamos alegremente por sus 473 páginas.
No son los Bradley los únicos que construyen verdades paralelas, los que creen que el planeta gira a su alrededor, los que manejan a sus satélites e hilan redes que sólo les favorecen a ellos en ese ansia de poder, riqueza y estatus insaciable.
Si no lo he dicho antes, lo digo ahora: me ha gustado mucho mucho.