France, mon amour…

La semana pasada visité el Festival Chalon dans la rue, en Chalon sur Saône situado en la Borgoña francesa a unos kilómetros de Donostia, como unos ochocientos cincuenta kilómetros: un paseo.

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Parecía que la crisis únicamente se cebaba en España. Por desgracia, Francia, país amante de la Cultura, parece que tampoco se libra. Han desaparecido más de cien festivales en el país vecino. Chalons dans la rue también se ha resentido. El festival de Chalon se ha caracterizado por una cuidada selección artística, por ser un festival que se puede manejar y disfrutar sin gran estrés y por ser un festival muy “humano” para el espectador. Situado en un marco maravilloso a orillas del río Saona, con más de cien funciones al día se coloca en ese pelotón de festivales de segunda línea pero que ofrece grandes posibilidades de enterarse qué y dónde hay que estar para conseguir volver a casa con una sonrisa de satisfacción por el deber cumplido y con el espíritu renovado. En esta edición, sin embargo hemos sentido y constatado un descenso de participación de compañías en el OFF, descenso que rondaba el veinte por ciento, también era notoria una menor presencia de espectáculos no franceses y, como consecuencia, un menor agobio en las calles con una presencia sensiblemente menor del público. El festival tiene la veteranía y la solera como para salir del brete con dignidad y solvencia. La fuerza de las artes de la calle francesa y la mano de la dirección han conseguido el disfrute de momentos mágicos y de espectáculos maravillosos pero la verdad es que notar…la crisis, también se ha notado en Chalon.

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Me quiero olvidar de que compañías con el prestigio de Ilotopie, por ejemplo, presente una idea sin desarrollar o de que a Makadam Kanibal presente un espectáculo con los primeros veinte minutos vacíos. Me olvido del calor, y de las caminatas interminables de un lugar hacia otro contra reloj. Me olvido de los dos primeros días más flojitos, seguramente con menos acierto personal por no realizar la mejor selección posible de qué ir a ver. En cambio, regreso muy feliz por descubrir gentes, artistas como Kadavresky, Le Grand jeté, Defracto o Les Krilati.

Kadavresky presentó L’effet escargot… Con unos elementos básicos construyen un espectáculo de circo original, sencillo que va creciendo paulatinamente por una ejecución impecable y por una dirección inteligente y solvente. Savia nueva que dará que hablar. En Turn Araound Boy, la compañía Grand Jeté presentó una propuesta que combina perfectamente la danza, la música y el circo. El público acaba tocado por la poesía y la emoción de dos artistas que evolucionan con un aro con un estilo personal e innovador. Sensibilidad a pie de calle, me recordaba a gentes como Vincent Warin y su L’homme V particular. Si continuamos hablando de originalidad y de estilo propio, personal… habrá que citar a Defracto. Malabar, danza, movimiento, locura, rotura de límites, sentido del humor y sentido del espectáculo es lo que presenta esta compañía con su Flaque: una hora de malabar diferente. Ni más ni menos, casi nada si pensamos las veces que se ha hecho malabar en el mundo.

Cuando alguien domina todas las técnicas gimnásticas y del circo…todas: hay que hablar de Rocco Le Flem y de la compañía Les Krilati. Qué poderío, que talento, que despliegue de facultades físicas… además Caroline Siméon ha realizado una dirección de escena que consigue que todo vaya hacia una dirección única y que el resultado final coloque esta propuesta en un lugar privilegiado en las artes de la calle europeas.

No me extenderé más pero no me gustaría olvidar el mencionar aunque sea de paso a Joan Català y su Pelat, tan buen artista como buena gente, o a des Quidams y sus caballitos poéticos, o a Bilbobasso y su fusión de tango y fuego tan especial, o a Collectif Bonheur Intérieur Brut y su espectáculo La Montagne. Danza contemporánea que se desarrolla sobre tres plataformas enormes que a modo de una gran montaña viva se convierten en una metáfora de la vida misma. ¡Ay France! Mon amour… je reviendrai.

Artículo publicado en la revista Artezblai.com

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