Manizales in the world (parte primera)

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Manizales situada en la Cordillera Central de los Andes, cerca del nevado del Ruiz (volcán de 5.400 metros de altitud), es la capital de la región de Caldas y es parte de lo que se denomina popularmente la región paisa. Manizales junto con Pereira y Armenia forman el eje cafetero colombiano, lo que ha hecho que sea una ciudad próspera y dinámica. También está dentro del llamado Triángulo de oro, refiriéndose a El Dorado, triángulo formado por la unión virtual de las tres ciudades más importantes de Colombia (Bogotá, Medellín y Cali). Fue fundada en 1849 por colonos antioqueños que heroicamente fueron capaces de fundar una ciudad a 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar. Ayudados por bestias salvaron las pendientes y precipicios que las montañas verdes y salvajes proponían en una travesía infernal. Los esfuerzos fueron sobre humanos y las catástrofes personales severas. Los fundadores son considerados en Manizales personas aguerridas, admiradas y repetidamente homenajeadas.

 

El teatro principal de la ciudad se llama, precisamente, Teatro Los Fundadores. La verdad es que tomas conciencia de la heroicidad de estas gentes cuando llegas a la ciudad y observas las dificultades extremas que presenta su geografía. En ese momento, es más fácil entender el culto rendido a aquellas primeras mujeres y hombres que fueron capaces de fundar una ciudad en un lugar tan inverosímil. Manizales es una ciudad abierta y acogedora gracias a la cordialidad de su gente. Hoy es una ciudad con actividades económicas, industriales, culturales y turísticas. En este sentido resalta la Feria de Manizales, inspirada en la Feria de Abril de Sevilla, que se celebra durante los diez primeros días de enero. Reconocida por su temporada taurina, sus eventos, conciertos, exposiciones y su aguardientico espectacular. Y destaca con luz propia imperecedera el Festival Internacional de Teatro de Manizales.

El Festival nació en 1968, como un espacio para la libertad de expresión y para la revolución latinoamericana. Mientras las dictaduras sembraban el terror en Latinoamérica y en medio mundo, en Manizales los jóvenes se juntan, reflexionan, comparten y debaten en largas jornadas en las que van dibujando los caminos que llevarán a la renovación de las estéticas y sobre todo de los discursos y de los conceptos. Es un movimiento formado por jóvenes universitarios. Jóvenes que miran lo que hay, no les gusta y quieren cambiarlo. Pelean por cambiarlo. Manizales fue el germen de un teatro popular que comenzó a dirigirse a un público distinto. Se alejó del público burgués acomodado y empezó a buscar al público obrero. Los lenguajes son claros y contundentes. El teatro inventa una línea contemporánea fruto de la investigación y de la búsqueda de nuevas formas. Es un teatro de contestación y protesta que busca la creación de nuevos públicos más críticos y exigentes. No todo vale. Hay que gritar: ¡basta ya!, ¡otro mundo es posible!. En cuatro años Manizales ya era una referencia: Pablo Neruda, Grotowski, Vargas Llosa, José Mauleón intervienen en interminables coloquios que duraban días y noches. La Cuadra de Sevilla, Teatro de La Candelaria, Teatro Libre de Argentina,…los grandes grupos creativos del momento, germen del teatro profesional posterior, fueron conformando un teatro político y comprometido que ciertamente incomodaba. El Festival fue cortado de cuajo con una suspensión que duró once años prolongándose hasta 1984. El Festival de Manizales es un compromiso con el desarrollo y evolución del teatro en Latinoamérica. El camino sigue abierto, existe una responsabilidad histórica. ¿Cómo responde el 35º festival cuarenta y dos años más tarde?

Parte primera del artículo publicado en la revista Artez en las páginas 86 y 87

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