Pues bien, la última novela que me ha gustado es esta que encabeza el post. Memento mori empieza fuerte, así que advierto a las almas sensibles de que se mantengan alejadas. Lo que sigue es la peripecia de un psicópata y su perseguidor, inspector de policía pucelano y rugbylari para más señas. De modo que ya desde el principio sabemos quién es el malo y quién el bueno. Pero la intriga no va por ahí. Hay otros interrogantes que se nos irán planteando por el camino. Y el final tiene su miga.
La narración se ve salpimentada por temas de música pop-rock, como si de una banda sonora se tratase. Le da un toque original, porque como mínimo a uno le dan ganas de escuchar las referencias. Pero por otro lado dices, “a ver si me va a dar por descuartizar gente si escucho esta música” al estilo de nuestro asesino protagonista. Pero todo el mundo sabe que eso sólo sucede si escuchas los discos al revés. Y tenemos también un personaje carismático en la piel de un psicólogo experto en serial killers que nos divertirá con sus salidas de pata de banco y nos ilustrará en la negra historia de su especialidad.
Si pasas por alto el hecho de que el prologuista sea Michael Robinson (sí, aquel que jugó en Osasuna) y la vaga sensación de estar viendo un capítulo de los Hombres de Paco, este thriller te enganchará de principio a fin y pasarás un rato entretenido.