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El círculo, Dave Eggers

El caso es que El círculo de David Eggers es un libro de esos de pensar. ¡Qué pereza, no queremos pensar, sólo queremos leer!. Lo sé, lo sé, pero tranquilos, este libro es un poco especial. En él no se habla de la teoría de la relatividad, ni de qué manera va a devolver Grecia su deuda externa. No. En cambio nos habla de un tema mucho más escalofriante. ¿Qué puede haber más escalofriante que la deuda externa de Grecia? Bueno, vale, digamos que es otro tipo de escalofrío. Es el escalofrío que produce pensar a dónde nos lleva todo este tinglado de las nuevas tecnologías y las redes sociales. Buuuu!! Fuera!! Ranzio, k eres 1 ranzio!! k le kiten la kovertura!!! Sí, sí, rancio. Ya me diréis cuando vuestras vidas queden completamente expuestas en ese Gran Hermano que son Facebook, Whatsapp y sus otros primos hermanos. Pues este precisamente es el interrogante que plantea nuestro bostoniano autor.

Y es que El círculo es la historia de una joven llamada Mae, que entra a trabajar en una empresa de nuevas tecnologías liderada por tres jóvenes genios estilo Mark Zuckerberg o alguno así. En ella, Mae vivirá en primera persona el desarrollo de todo un universo de gadgeto-aplicaciones de escala planetaria que poco a poco irán haciendo más etérea la frontera entre lo privado y lo público. ¿Os suena de algo?

Lo que le interesa al autor de Qué es el qué es reflexionar sobre las implicaciones y consecuencias que el desarrollo ciber-tecnológico tiene o podría tener en temas como la democracia, el poder político, la libertad o la privacidad. El autor no se muestra muy optimista que digamos y, a mi juicio, realiza unas interpretaciones en algunos aspectos un tanto descaminadas. Incluso me pareció oler cierto tufillo carca. Por eso digo que este libro no ha acabado de gustarme. Pero ahí reside precisamente una de sus virtudes, y es que se presta fácilmente al debate y la discusión. En cualquier caso, Dave Eggers ameniza la parábola en un estilo directo, dinámico, ágil, fresco, juvenil y desenfadado, y con el suficiente suspense como para que no nos cambiemos al Candy Crush. Merece una lectura.

Crímenes que no olvidaré, Alicia Giménez-Bartlett

Crímenes que no olvidaré, Alicia Gimenez-BartlettCrímenes que no olvidaré, Alicia Giménez-Bartlett
Destino, 2015
363 páginas 17,58 €
ISBN 9788423348831

Petra Delicado es “lo más” en “detectivas” : aguerrida, feminista, sin pelos en la lengua, sagaz… Una señora que intenta llegar a la verdad con todas sus consecuencias, demostrando que es la más inteligente de la cuadrilla de la comisaría (ni que decir tiene que ésta es mayoritariamente masculina).

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Los dos hoteles Francfort, David Leavitt

En esta ocasión Leavitt nos sitúa en la Lisboa de los años 40, en plena dictadura de Salazar. La ciudad esta atestada de refugiados que huyen del nazismo , unos con lo puesto -ya les han esquilmado lo suficiente- otros con lo justo aún para hacerse con un visado, un pasaporte o un simple lugar digno para dormir.

Nuestros cicerones por Lisboa serán dos parejas de americanos, un encuentro casual, una amistad en un período peligroso de Europa donde parece que, curiosamente, todo esta permitido.Son los Winter, más tradicionales, aunque Julia lleva consigo el peso de un terrible secreto, los que traban amistad (¿o es al revés?) con los Freleng, bohemios, excentricos y ávidos de nuevas experiencias.

Sus relaciones personales y sentimentales, sus «arreglos» para salvarlas, los engaños… serán la clave de la novela. Importa qué ocurre -las relaciones entre los cuatro protagonistas, en especial la de Peter y Edward y las componendas de Iris para salvar su matrimonio-, pero mucho más cómo nos lo cuenta Leavitt: la trama se desliza suavemente , como con pereza, pero marcada por la fuerza desgarradora de los sentimientos de sus personajes.

Si a ello le sumamos las descripciones del «sálvame quien pueda» de los refugiados, el miedo al tirano Salazar, al avance nazi, el antisemitismo…tenemos una imagen bastante lúcida de lo que debió ser aquella Lisboa de espías, huidas y suicidios.

De fácil, aunque no ligera lectura, el autor nos envuelve de nuevo en la narración y en la ensoñación, pero no nos confundamos, lo que cuenta es de fundamento y el camino hacia el desenlace es lento pero trágico y, en cierto modo, purificador.

Pasearse por la capital portuguesa de la mano de Leavitt es un poco revisitar la Casablanca del Rick’s bar, solo que en este caso se trata del café Suiça. Sólo falta escuchar el no por falso menos mítico «tocala otra vez Sam»