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Nov / 2017

La aventura de seguir escribiendo

Sobre las siete y media de la tarde de ayer, Rosa Montero abría la puerta de una sala abarrotada de lectores y lectoras que esperaban impacientes las palabras en vivo de una escritora que acaba de ser galardonada con el Premio Nacional de las Letras. Escribe con Rosa Montero es el título del último libro de la escritora, en el que aconseja y enseña a escritores primerizos a desarrollar este arte en el que se basa toda su trayectoria profesional.

La entrevista, hecha por Pilar Rodríguez, comenzó con fuerza, destacando sobre todo la temática de su último libro; el proceso de escritura.

Tiene sentido pensar que cuando uno enseña algo, como Rosa Montero trata de hacer en este último libro, lo hace basándose en aquello que ya ha aprendido. Sin embargo, fue una grata sorpresa descubrir que, en contra de lo que cualquier lector o lectora pudiera imaginar encontrarse, dejase claro desde un principio que el proceso de enseñanza es, a su vez, el mayor proceso de aprendizaje que uno puede experimentar. Sobre todo en lo que se refiere al aprendizaje sobre uno mismo. Afirmó que ella misma se sorprendía en ocasiones por sus propias palabras, y destacó, sorprendentemente, el peso que tiene el subconsciente a la hora de emplear las mismas. Por eso, para ella, aconsejar sobre escritura ha sido como aprender de nuevo sobre ella misma.

Entre pequeñas anécdotas y alguna que otra risa, la escritora confesó que el acto de escribir nace de una necesidad compulsiva de compartir sus pensamientos con otros. Nada que ver con la idea de pensadores racionales y ordenados que asociamos con los escritores a menudo, sino más bien de una pulsión que nace de un germen casi instintivo de comunicarnos.

Resulta llamativo que defendiese que la mejor forma de compartir es permitir que la historia se vaya desarrollando de la mano de los propios personajes que uno va creando. Es decir, dejar que nuestros personajes vayan esbozando su propia personalidad con libertad, no poner límites a nuestra creatividad,conocerlos, reescribirlos y evitar ceñirlos a la idea sopesada y calculada que tenemos de los mismos.

Debemos intentar abandonar la creencia de que escribir es un proceso completamente lógico y ordenado, y aceptar que siempre cabrá en el mismo un poco de caos inicial que luego vaya tomando forma (como la personalidad que van construyendo los propios personajes). Para decirlo de otra forma, en ocasiones nos emocionamos al imaginar situaciones que podrían experimentar nuestros personajes y desconocemos el por qué. Según Rosa Montero, resulta indispensable para cualquier escritor perseguir esa emoción, por mucho que parezca algo irracional en un principio y seguir escribiendo. Después, al leerlo y tomar distancia, iremos destapando las razones que nos han conducido a escribirlo.

Se trata de una idea reveladora, ya que, esto último nos permitiría liberar los fantasmas de nuestro subconsciente sin tenerles miedo, de manera libre y ordenada, por mucho que algo irracional parezca, en un principio, algo que no puede ser entendido ni controlado. Lo curioso es que así, sobre un papel y con un poco de tinta, al tratar de dar vida propia a nuestros personajes, terminamos relatando nuestro propio cuento. Al hablar de los otros decimos más de nosotros mismos que de ellos.

Además, para reforzar este argumento, dio gran importancia a la necesidad de los escritores de no estancarse en un mismo género. Se trata de contar lo mismo (nuestras obsesiones y preocupaciones) pero hacerlo de diferente manera. Solo así podemos ir descubriendo elementos de nosotros que desconocemos.

Tomando como referencia lo último, voy a citar mi frase preferida de la entrevista: “No hay nada más triste que un escritor que copia sus propias obras”. Escribir debe ser la aventura de seguir aprendiendo, el reflejo de nuestro crecimiento.

Escribir es contar a través de las vidas de otros nuestro propio relato.

Pilar Rodríguez & Rosa Montero

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