25

Aza / 2018

La libertad sin hojas de instrucciones

Autorea:

Llegamos a la recta final de Literaktum de la mano de la mejor compañía: Slavenka Drakulić y Luisa Etxenike. La primera es periodista, ensayista y novelista y se hizo famosa por sus testimonios de las Guerras Yugoslavas. Es autora de libros como: No matarían ni a una mosca (2003), Frida ́s Bed (2007) o Como si yo no estuviera (1999). Precisamente, esta última novela se acaba de traducir a euskera, Han ez banengo bezala, y fue presentada dentro de la programación de Literaktum por la autora. Luisa Etxenike es escritora y ha publicado obras como El ángulo ciego (Premio Euskadi 2009), la obra teatral La herencia (Premio Buero Vallejo 2016) o el poemario El arte de la pesca (2015). La conversación estuvo guiada por Berta Ares y aunó todo lo que se ha venido diciendo durante estas dos semanas de festival, desde una perspectiva más amplia, más europea.

Europa. Este es un término abarca todo tipo de connotaciones. Para lo que algunos es la salvación, para otros es la carga o sinónimo de atraso. Las ponentes, ambas europeas, ven la idea del conjunto europeo desde dos perspectivas distantes: Drakulić es croata, por lo que su idea se enfoca desde la Europa del este, mientras Etxenike es una autora local, nacida en San Sebastián, y su perspectiva está marcada por la Europa más occidental. Esta no tiene una idea marcadamente territorial, sino que prefiere entender Europa como un mestizaje de elementos históricos y culturales. Sin embargo, a Drakulić le cuesta mantenerse positiva ante la construcción Europea: tras las guerras que vivieron en su país de origen, querían pertenecer a un conjunto europeo del este. Tenían una imagen de un conjunto glamuroso donde podían reunirse todo tipo de culturas. No obstante, el proyecto está gravemente amenazado por el nacionalismo y la derecha.

En este contexto europeo, es evidente, que la sociedad no está tomando un papel activo, sino que se está dejando dirigir. Entonces, ¿cuál sería el problema, la manipulación o la indiferencia? Ambas dos. Los populismos que están arrasando a nivel, manipulan apelando a la emotividad. A esto le tenemos que añadir, que las personas tenemos la tendencia de vivir sin alteraciones, por lo que, preferimos ser indiferentes -relataba Drakulić-. Etxenike, por otro lado, piensa que ambas son caras de la misma moneda: manipulación e indiferencia, son prácticamente lo mismo, pero necesitan de la pasividad del otro lado. Esta pasividad se ha construido gracias a dos patrones muy integrados en la sociedad contemporánea: por un lado, el pensamiento de fatalidad, es decir, la gente se ha creído que las cosas son así y que son inevitables, aunque estén mal. Así, no se molestan en cambiarlas. Y por otro lado, nos hemos acostumbrado a identificar la cultura con el entretenimiento, cuando en realidad, mientras el entretenimiento solo entretiene y desvía la atención, la cultura nutre el pensamiento crítico.

El panorama es desolador: nos hemos convertido en ciudadanos alienados sin
interrogantes. No nos han enseñado a pensar. Todo lo contrario, nos ofrecen todo tipo de entretenimientos sin contenido para que no lo hagamos. Etxenike, se muestra más positiva, y cree que a través de una buena educación se podrían enseñar mecanismos para desarrollar un pensamiento crítico. Drakulić no parece estar tan convencida de que el cambio pueda darse. El problema está en que nos han ofrecido cierta libertad – no vivimos bajo totalitarismos- pero no sabemos usarla. Y lo que debería de ser las hojas de instrucciones, la educación, está lejos de enseñarnos a pensar.

Jone Martínez Berzal.

Berta Ares, Slavenka Drakulić & Luisa Etxenike / Koldo Mitxelena Kulturunea – Azaroak 23 de Noviembre

24

Aza / 2017

Ni recetas mágicas, ni novelas perfectas

Autorea:

Sus trayectorias literarias no tienen demasiado en común, a pesar de haber alcanzado el éxito en cuanto a premios y lectores. De generaciones diferentes, los escritores David Foenkinos y John Banville han ofrecido sus visiones respecto a la novela en la recta final del festival Literaktum, mostrando humor e ironía en sus charlas.

Ni existe una receta mágica para conseguir que tu novela se convierta en best-seller ni existe la novela perfecta. Lo dejaron claro ambos escritores. Mientras tanto, siguen escribiendo, intentando ser originales, y deleitando a lectores y lectoras de todo el mundo.

Conseguir que tu novela sea exitosa es algo imprevisible según afirmó Foenkinos, ya que él mismo escribió varios manuscritos antes de alcanzar el éxito con La delicadeza. Recordó el ejemplo conocido de John Kennedy Toole, cuya gran novela La conjura de los necios fue rechazada una y otra vez por editoriales y consiguió el éxito a los años, tras haberse suicidado el autor. Por ello, intenta ser original y no utilizar siempre las mismas estructuras. “Mi relación con la literatura es humana, no mecánica”, subrayó; “no me interesa repetir ideas, sino explorar nuevas vías”. Así, consideró que su literatura es extremadamente viva y todos sus libros llevan una parte de sí mismo.

Vivo, positivo, feliz. Intenta transmitir su positivismo y felicidad en el día a día, tanto escribiendo como en su vida cotidiana con su familia. Se considera un trabajador incansable y escribe haya donde esté. Rompe así la clásica imagen del escritor que necesita concentración en un espacio, frente al ordenador, afirmando que adora escribir mientras viaja en tren.

Menos contenido que Foenkinos, John Banville demostró desde el minuto uno que no se arredra ante ningún tema o pregunta, y opinó de temas tan diversos como la iglesia católica, el brexit o los traumas de la infancia, con ingenio y humor. Como escritor, a sus 71 años, considera que sigue practicando con la escritura, ya que es imposible conseguir ni la perfección ni la novela perfecta.

El desdoblamiento con respecto a Benjamin Black, el seudónimo utilizado para publicar su novela negra, es un tema recurrente en sus charlas y entrevistas. El escritor irlandés afirmó que adora la simetría y considera que las personas tenemos múltiples personalidades y nos reinventamos continuamente. Llamó la atención la manera de dirigirse a sí mismo, a John Banville y Benjamin Black a la vez, como escritores que nada tienen que ver con él, como si no fueran creación suya. “Admiro la falta de pretenciosidad de Benjamin Black, pero a Banville no le interesa para nada. Él quiere hacer poesía”. Disfruta con esas dos vertientes de su escritura, esas mano izquierda y derecha, que le permiten optar por diferentes estructuras y estilos de escribir.

La prosa más ligera que muestra en sus novelas negras no esconden el poeta que lleva dentro. Considera la vida como un “absoluto misterio” del cual no llega a acostumbrarse. La lluvia que cae, las nubes esponjosas que se mueven de aquí para allí, los colores del otoño irlandés… son pequeños placeres de los que disfruta día a día.

Dos escritores que disfrutan de su trabajo. De su escritura. “La literatura cambia la vida de las personas”, afirma Foenkinos. “Si todas las novelas fueran artísticas, la novela se habría muerto”, palabras de Banville. Un placer.

David Foenkinos & John Banville