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Mar / 2012

John Williams (bere musika) Donostian!

Autorea: Liburu dantza

No va a poder ser, nos vamos a tener que seguir quedando con las ganas de verle en directo. Además el maestro de las bandas sonoras sinfónicas, nominado este año a dos oscars, cumple en 2012 ochenta añitos, y eso lo hará mucho más complicado. Apenas se ha prodigado Williams en conciertos europeos, aunque otrora era más sencillo verle de gira por Estados Unidos al frente de su orquesta Boston Pops. Así que, a falta de pan…
El caso es que el próximo domingo 18 de marzo se podrá escuchar una parte muy representativa de toda su música en nuestro Teatro Victoria Eugenia, de manos de una orquesta española de 70 músicos. Tenéis más información aquí, y todavía la posibilidad de comprar entradas.
Williams cd-ak
Este concierto suena además especialmente atractivo, porque se plantean en el repertorio una veintena de trabajos diferentes, y no sólo los más tópicos.

Por supuesto, no faltarán algunas de las colaboraciones más famosas con Spielberg y Lucas, como E.T., Indiana Jones, o la saga galáctica. Pero también se podrán escuchar fragmentos de obras de sus inicios como The Cowboys, o de los últimos tiempos, como Munich. La vertiente fanfarria de Williams también le ha hecho ser demandado en diferentes eventos y espectáculos yanquis e internacionales, y temas como “El espíritu olímpico” o la sintonía de NBC Noticias son prueba de ello.
Para parte de mi generación, la música de Williams está ligada a las imágenes que nos hicieron empezar a amar el cine. Queriendo o sin querer, esos alardes orquestales que recuperaban el pasado sinfonismo de Hollywood, ayudaron a engatusar a millones de retinas entre naves espaciales, hombres que podían volar, o aventureros con látigo. Los algo más fanáticos también nos enganchamos al vicio de las bandas sonoras en gran parte por su culpa.
Ese fue mi caso. Star Wars hizo que quisiera saber más de este mundo de la música de cine, que quisiera prolongar las emociones que sentíamos en el cine por medio de los discos. Y así uno va conociendo luego otros compositores, contemporáneos y pasados, y también otras formas de afrontar esa relación entre música e imagen.
A John Williams, como a otros muchos, se le ha acusado de repetirse a sí mismo. Otros lo llamarían “sello de autor” o “estilo muy facilmente reconocible”. Y así es, para bien y para mal. Infinidad de compositores le siguieron por esa senda abierta a partir de los años 80, hasta que llegó la era del sintetizador. Pero él ha continuado creyendo en los sonidos más “naturales”, apostando por la autenticidad de una gran orquesta o de unos solistas talentosos. Yo, con el tiempo, he dejado de coleccionar bandas sonoras, o de seguir tanto la actualidad de los compositores, pero no he dejado de escuchar a Johnny (como firmaba en sus inicios). Entre las partituras a las que tengo un cariño especial, dejando aparte las orgías de fanfarria, están algunas más minimalistas como Cartas a Iris o El Turista Accidental. En su reciente War Horse he encontrado ecos de Un Horizonte muy lejano, inevitables, pero no paro de pincharla en mi reproductor.
La música de Williams entronca con esa tendencia que algunos odian del cine de Hollywood a llenar de música todos y cada uno de los minutos de una película. Yo diría que una buena banda sonora es aquella que se adecúa a las intenciones del cineasta y de la película a la que sirve, y, en el caso de sus colaboraciones casi siempre ha sido así, formando matrimonios bien avenidos.

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