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Feb / 2016

Culturas e Imágenes

Iazko Giza Eskubideen Zinemaldian foro berezi bat hasi genuen (argazkia: Iñigo Royo)

Iazko Giza Eskubideen Zinemaldian foro berezi bat hasi genuen (argazkia: Iñigo Royo)


Donostia ya es una capital cultural desde hace tiempo. Como mínimo, una capital de la exhibición cultural, con la trayectoria de sus numerosos festivales y ciclos de todas las músicas, teatros y cine…de iniciativa pública o privada, y casi siempre con una respuesta óptima de los públicos. También tiene su punto fuerte de creación y participación con todos los artistas de diferentes disciplinas por acá formados. En este sentido más tradicional de la Cultura parece que el nombramiento del 2016 nos viene como anillo al dedo, pero acaso cabe esperar algo más.

Si hablamos especialmente de cine, el panorama es envidiado por muchos: estupenda oferta privada en películas comerciales, alternativas, versión original, cultural…por no hablar del gran festival internacional y de otros certámenes de mediano formato. Contamos en la ciudad con ciclos periódicos de cine de terror, de derechos humanos, submarino, de montaña, de documental musical, de surf, feministas…Queda demostrado que, como mínimo, nos encanta mirar y que sacamos sobresaliente en el oficio de espectadores. Pero además la nómina autóctona de los que saltan a creadores tampoco está nada mal: sólo en los últimas décadas podemos hablar de Julio Medem, Borja Cobeaga, Jon Garaño y José Mari Goenaga, Asier Altuna y Telmo Esnal…etc, etc…
La pantalla es un recurso muy socorrido para tratar diversas cuestiones y convertirse en espejo de muchas realidades. Un ejemplo de ello es nuestro Festival de Cine y Derechos Humanos, que precisamente en esta catorceava edición va a promover iniciativas junto a la capitalidad cultural. Entre otras cosas, se buscarán puntos de encuentro entre jóvenes de procedencias diversas que trabajarán en cine, solidaridad y activismo social, y también se tratará en un foro con representantes de toda Europa el impacto social de los festivales y de algunas películas, su capacidad de cambio en nuestro día a día.
Precisamente éste es el paso más allá al que debería obligarnos este 2016, a los públicos, espectadores y programadores. A repensar qué cultura queremos, qué cultura necesitamos, en un momento de la historia donde nos vemos amenazados por pensamientos únicos o extremistas, prejuicios, miedos y resistencias a salir de posiciones de confort. Programemos y construyamos cultura inquieta y autocrítica que nos lleve siempre en ese camino incluido en los lemas de la capitalidad de “convivir, conversar, compartir”.

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