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Atomka, Franck Thilliez

Pero no sólo eso les define: Sharko hace frente a sus problemas mentales –esquizofrenia y paranoia- que, paradójicamente, le hacen ver e intuir cosas que sus compañeros no logran. Si a ello le sumamos que están intentando tener un hijo, y, tratándose de ellos, eso será otro calvario, tenemos un hilo de acción “sentimental” marcado.

Y menos mal, porque el resto del ovillo son una consecución de “acontecimientos” menos agradables: el periodista que aparece descuartizado en el congelador, su compañera desaparecida, un niño famélico víctima de la radiación que abre la caja de los truenos….. Nuestra pareja intenta resolver este barullo, viajando a México e incluso al mismísimo Chernobil.

Ya véis, con estos ingredientes la cosa es “atómica”, y más si asistimos a la llegada de un imitador que intentara enloquecer y machacar a Sharko a través de su pasado y llevarle al límite.

Aventuras y desventuras, la lucha entre el bien y el mal dentro de la torturada cabeza de nuestro amigo (matar a los canallas seria traspasar la línea.. un viaje sin retorno), y, como es habitual en sus entregas, una fenomenal documentación (vamos, que se nota que Thilliez es de ciencias).

Creo que se me ve el plumero, pero me da lo mismo, confieso que a mí me encanta este hombre duro pero atormentado, que no es ajeno al dolor y que por ello muestra una gran empatía con las víctimas, muy amigo de sus escasos amigos, y capaz de entregarse por completo a sus sentimientos.

Vamos, yo me lo llevo a casa por Navidad y si es preciso ¡¡¡pongo hasta el árbol¡¡¡

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