Detectives victorianas: las pioneras de la novela policíaca / edición de Michael Sims
Siruela, 2018
329 páginas, 29,95 €, e-book 11,99 €
ISBN 9788417308001
Cualquier aficionado a las novelas policíacas puede -o debe- ser capaz de citar de corrido detectives o jefas de policia o investigadoras.. No les serán ajenas una forense como Kay Scarpetta o Kinsey Millhone, la audaz investigadora privada de California… o las figuras del crimen patrio como Petra Delicado, la jueza De Marco o la número de la guardia civil Chamorro.
Y haciendo un esfuerzo también podemos rebuscar un poco más y reencontrarnos -cómo no- con Miss Marple o la mismísima Jessica Fletcher.
Este pequeño ejercicio de memoria cumple dos objetivos: uno, darnos cuenta que el genero masculino sigue siendo notoriamente más abundante en este campo; y en segundo lugar preguntarnos dónde está el germen de este fenómeno. ¿Cuándo hizo su aparición la primera dama del crimen?¿En qué contexto?¿Con qué finalidad?
Michael Sims reúne en esta antología a las pioneras de la novela policíaca con 11 misterios a resolver.
Sin embargo estos casos no tienen nada de excepcional en sí mismos -falsos suicidios, robos en lugares inaccesibles, usurpación de personalidad..-, no ofrecen nada diferente a lo que más o menos es habitual en el género.
Lo que los hace únicos es que muestran el nacimiento de un fenómeno nuevo: las mujeres -lo que en la era victoriana se denominaba nueva mujer- no sólo andan en bicicleta, conducen automóviles y gozan de cierta independencia, también persiguen el crimen.
Ya en 1864 tenemos noticia de la señora Paschal, que ayuda a la Policía Metropolitana de Londres a resolver el caso de la condesa misteriosa.
La astuta y valerosa Loveday Brooke, respetada investigadora profesional, nace de la imaginación de una de las primeras mujeres dedicada al noir, Catherine L. Pirkis… Y es que los editores empezaron a vislumbrar al público femenino como mercado especifico…con poder adquisitivo.
Pero ¿cuál es el perfil de nuestras sabuesas? Mujeres que por el hecho de serlo facilitan un conocimiento más amplio -se relacionan más fácilmente con otras de su mismo sexo, con el personal de servicio.. son más inquisitivas y parecen menos peligrosas- , pasando más desapercibidas.
Respecto a qué las lleva a acercarse a esos menesteres tan masculinos, la “trasgresión” se produce por un motivo socialmente aceptable: o bien son viudas y deben ganarse el sustento o bien tienen algún problema familiar al que deben responder económicamente.
Los diferentes autores -que corresponden a ambos sexos- las dibujan marcadas por su época -la victoriana- muy rígida en costumbres pero ayudadas por la eclosión de los avances tecnológicos: las bicicletas, los transportes públicos, un vestuario más acorde con una vida activa…
Realmente se pasa un buen rato acompañando a la detective Amelia Butterworth (1890), a la rica neoyorkina Violet Strange (1915) o a las realmente modernas (1900) Dorcas Dene , Dora Myrl y Madelyn Mack una suerte de Sherlock Holmes: artistas del disfraz, detectives profesionales remuneradas, con conocimientos de criminalística e incluso con despacho propio…no en vano son publicitadas como las “Holmes con enaguas”.
Una lectura muy fresca y divertida, muy dinámica, reflejo de los esfuerzos de las mujeres en luchar por ocupar nuevos espacios en la sociedad de su tiempo. Sí, porque los tiempos estaban cambiando..y mucho.