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El círculo, Dave Eggers

El caso es que El círculo de David Eggers es un libro de esos de pensar. ¡Qué pereza, no queremos pensar, sólo queremos leer!. Lo sé, lo sé, pero tranquilos, este libro es un poco especial. En él no se habla de la teoría de la relatividad, ni de qué manera va a devolver Grecia su deuda externa. No. En cambio nos habla de un tema mucho más escalofriante. ¿Qué puede haber más escalofriante que la deuda externa de Grecia? Bueno, vale, digamos que es otro tipo de escalofrío. Es el escalofrío que produce pensar a dónde nos lleva todo este tinglado de las nuevas tecnologías y las redes sociales. Buuuu!! Fuera!! Ranzio, k eres 1 ranzio!! k le kiten la kovertura!!! Sí, sí, rancio. Ya me diréis cuando vuestras vidas queden completamente expuestas en ese Gran Hermano que son Facebook, Whatsapp y sus otros primos hermanos. Pues este precisamente es el interrogante que plantea nuestro bostoniano autor.

Y es que El círculo es la historia de una joven llamada Mae, que entra a trabajar en una empresa de nuevas tecnologías liderada por tres jóvenes genios estilo Mark Zuckerberg o alguno así. En ella, Mae vivirá en primera persona el desarrollo de todo un universo de gadgeto-aplicaciones de escala planetaria que poco a poco irán haciendo más etérea la frontera entre lo privado y lo público. ¿Os suena de algo?

Lo que le interesa al autor de Qué es el qué es reflexionar sobre las implicaciones y consecuencias que el desarrollo ciber-tecnológico tiene o podría tener en temas como la democracia, el poder político, la libertad o la privacidad. El autor no se muestra muy optimista que digamos y, a mi juicio, realiza unas interpretaciones en algunos aspectos un tanto descaminadas. Incluso me pareció oler cierto tufillo carca. Por eso digo que este libro no ha acabado de gustarme. Pero ahí reside precisamente una de sus virtudes, y es que se presta fácilmente al debate y la discusión. En cualquier caso, Dave Eggers ameniza la parábola en un estilo directo, dinámico, ágil, fresco, juvenil y desenfadado, y con el suficiente suspense como para que no nos cambiemos al Candy Crush. Merece una lectura.

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