La historia es simplemente genial, escrita en verso, nos contrapone a dos tipos de criminales, solo que uno es aceptado por la sociedad y el otro no. Uno tiene una pátina de respetabilidad y el otro no. ¿Pero cuál de los dos es peor? Eso que lo decidan los lectores. Se ve que Stevenson tuvo algún tipo de trauma con algún boticario (¡Oops, habemus spoiler!). Y que nos perdonen los boticarios, pero hay que tener en cuenta que al escritor escocés le apasionaban los piratas. Nosotros al menos se lo perdonamos.
Y si el cuento es genial, qué no diremos de la magnífica obra del ilustrador. Digamos simplemente que es como si a Georges Grosz le diera por ilustrar para niños. Expresionismo alemán a tope. Impagable la recreación a doble página de los abordajes del bucanero, tan vívida que hasta parece que las llamas quemaran de verdad.
Para enmarcar.