El silencio en la era del ruido: el placer de evadirse del mundo, Erling Kagge
Taurus, 2018
174 páginas, 16,05 €, ebook 7,59 €
ISBN 978843061873-6
Una portada y un título como el de este libro pueden provocar multitud de reacciones… incluso ¡vaya pérdida de tiempo la de este señor –Erling Kagge– ya estamos ante la típica historieta mezcla de new age y postureo.
Pero, aviso a navegantes, Kagge no es un tipo cualquiera -fue el primero en completar el «desafío de los tres polos» y aún le dio tiempo a fundar una exitosa editorial- y lo que nos cuenta y como lo cuenta tampoco es trivial.
Este explorador se pasó 50 días caminando solo por la Antartida. Bueno, solo no, acompañado por una radio rota. Y nos habla del silencio. Ese lujo al alcance de todos, pero del que mayoritariamente huimos por miedo.
Y es que el ser humano se siente nervioso ante el silencio, teme los momentos de no-acción, se lanza en una carrera sin freno repleta de actividades para “rellenar los huecos”.
Vivimos con el ruido y en cierta manera nos hemos hecho adictos a él, cada vez estamos expuestos a más estímulos y necesitamos más y más y a mayor velocidad para saciar la insatisfacción que nos impide tomar aire y hacer una pausa. Es ese miedo a perderse algo, a revisar los correos de forma compulsiva o instalarnos la app de moda antes de que se acabe tal o cual oferta.
Y así nos va: no nos dejamos abrazar por el silencio. Este se nos aparece unido al aburrimiento y la falta de acción. Cuando aburrirse es algo tan natural como bostezar, tanto es así que “cuanto más hacemos por no aburrirnos tanto más nos aburrimos” (pag 81).
Kagge se plantea 33 intentos de respuesta a las incógnitas que nos plantea el silencio y no sólo se basa en su amplia experiencia con la soledad y la naturaleza sino que echa mano de filósofos y creadores de diferentes épocas – Sacks, Dickinson, Fosse o las performances de Abramovic-.
Reivindica el silencio como una necesidad innegociable, un silencio-pausa, un cierto aislamiento, una comunicación íntima con la naturaleza y nuestra propia melodía interior -como hicieron Jesús o el mismo Buda-.
Nosotros bajamos el volumen de la infinidad de aparatos que nos rodean para pensar, ordenar y razonar con claridad. Para poder descifrar lo que nuestro interior tiene que revelarnos -un sentimiento, una vibración, una expectativa, una corazonada..-
“El silencio se encuentra donde esté uno. Sva Marga: sigue tu camino” (pag 160)
¿Y el libro? Chiquito pero matón.