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Ha vuelto, Timur Vermes

Esta novela tiene toques de Wilt de Tom Sharpe e incluso nos recuerda al alienígena Gurb en el cuerpo de Marta Sanchez en Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza. Porque, no se lo pierdan, Hitler despierta en un descampado en la actualidad vivito y coleando y ligeramente despistado ante lo que le rodea.

Sin embargo esta desorientación será corregida rápidamente por sus inmensas capacidades de adaptación al medio y enseguida intentará ocupar de nuevo su lugar «natural».

Uno se ríe un rato con las andanzas del personaje que, aunque todo el mundo da por hecho que es un actor en busca de una oportunidad en el mundillo televisivo, no hace más que de sí mismo con toda su apabullante «personalidad».
En primera persona, el autor nos desgrana «perlas» fantásticas, es como si el dictador en persona nos estuviera haciendo partícipe de sus impresiones .

Si bien el presente le confunde : el «interred», el móvil, la cantidad de turcos por metro cuadrado, que nadie se salude «a la romana», que la cancillera sea una matrona entrada en carnes, que Berlín aparezca nuevecito tras tanto bombardeo aliado…..pronto intentará ponerse al día, controlar el sistema e intentar acceder al poder.

¿Podrá conseguirlo? ¿Son tan tontos los alemanes como para dejarse llevar de nuevo por este individuo? ¿Qué peso tienen los medios de comunicación en todo este embrollo?

No pasará a la historia como la gran novela del milenio, pero ya tiene mucho mérito en que nos haga pensar un poco hasta qué punto la sátira lo puede tocar todo o hay temas que, queramoslo o no, son intocables (recordemos el revuelo que se ha montado en e-bay con la subasta de «recuerdos» del holocausto). Uno se pregunta asimismo si tal ejercicio de humor podría hacerse en este país, tan amigo de la chanza, con figuras tan «sensibles» como Franco… u otras más cercanas como Aznar…

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