El trabajo de Stephen Bisette en los lápices y John Totleben entintando se adapta con total naturalidad a cualquier situación ideada por Moore, lo mismo una escena bucólica de amantes a la orilla de un lago (mejor sería decir un pantano) que un paseo por el Infierno, adonde baja la Cosa en busca de su amada cual moderno Orfeo. A destacar las viñetas psicodélicas, una pura delicia, con un verde que lo invade todo.
Y sí, hay terror del bueno, y los zombis de Bisette dan miedo que no veas… Por cierto, señalar que en el segundo volumen aparece por vez primera el personaje de John Constantine, mago y vidente inglés de dudosa moralidad, y que posteriormente tendrá su propia serie, Hellblazer, con el permiso de Alan Moore aunque sin su participación.