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La fractura: vida y cultura en occidente, 1918-1938, Philipp Blom

Su autor, Philipp Blom, hamburgués de nacimiento y doctor en Historia Moderna por la Universidad de Oxford, para más señas, es un escalón más en la excelencia de esta insigne institución. No solo en cuanto al aspecto científico sino también al literario. Algo deben echar en el porridge del desayuno que aún no han licenciado historiador que no escriba como los ángeles. Y, créanme, narrar historia y no aburrir en el intento es extremadamente complicado.

En el caso que nos ocupa, el investigador plantea un recorrido por el período de entreguerras. Esto puede parecer muy manido y trillado, pero sorprende la originalidad de los temas en los que sitúa el foco. No nos habla de las sangrientas batallas de la Gran Guerra, pero sí de la terrible neurosis que afectó a miles y miles de soldados de ambos bandos. No narra la crisis política de las democracias liberales occidentales, pero sí en cambio el torbellino que provocó el jazz y la propagación de la cultura popular. No explica la crisis económica derivada del crack del 29, pero sí el mundo de la bohemia, André Breton y los surrealistas, las flappers, los despreocupados Bright Young Things y su juerga eterna, el fenómeno Josephine Baker, la Ley Seca, el fallido estreno de Metrópolis, Edwin Hubble, la expansión del universo, la física quántica y un largo etcétera. No relata por enésima vez cómo Adolf Hitler llegó al poder, pero sí lo que su ascenso supuso al mundo científico y cultural. Es decir, el autor toma el pulso a la vibrante, inestable y espasmódica sociedad de la época y pone el acento en cómo vivió aquellos turbulentos años en los que ya nada volvería a ser como era.

Sin embargo, si todo el recorrido del ensayo en sí resulta apasionante y asombrosamente fluido, lo mejor, cual guinda del pastel, se reserva para el final. En el epílogo, el autor alemán da el do de pecho y se marca una comparativa pasado-presente a las finas hierbas, aliñado con crítica social demoledora que uno acaba por no saber ni por dónde le da el aire. Lo que no ofrece margen de duda es la tremenda calidad que atesora este maravilloso libro.

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