La mitad de la noche, Mayra Montero
Tusquets, 2019
381 páginas, 19,50 €, e-book 9,49 €
ISBN 9788490667439
Confieso que no soy imparcial. Sigo a Mayra Montero y me gusta lo que hace. Me gusta y mucho. Montero ahonda como pocos en el mundo de los sentimientos más íntimos y lo hace suavemente como las olas de un mar tranquilo.
Y es precisamente el mar uno de los protagonistas mudos de la novela: el mar que baña Biarritz -epicentro y final de la tragedia-, el océano que separa Cuba de San Sebastián… esa marea que le sirve a Magdalena Laparra para intentar ahogarse con sus dos hijos y que abre de manera magistral la novela.
Magdalena Laparra y su hija Elsa son las bases sobre las que pivota la narración. Magdalena, la madre, que arrastra un secreto familiar que la marcará de por vida y que la lleva a un intento de suicidio y al infanticidio. Magdalena, que se casa y cambia la capital guipuzcoana por una Cuba que se le hace ingrata y donde no encaja por mucho que lo intente.
En cuanto a Elsa, la niña superviviente, vive un divorcio terrible y abandona Cuba para bucear en Biarritz a la búsqueda de la verdad de su madre. Una Biarritz ocupada por los alemanes.
Vamos, que ya tenemos montadas varias posibilidades: meternos de cabeza en un thriller -Elsa, los nazis y la resistencia- ; las historias de amor de Elsa aquí y allá ; los paisajes y paisanajes de La Habana, Cienfuegos, San Sebastián y los veraneos al otro lado de la frontera; y la desgarradora historia de Magdalena Laparra, que se va desgranando poco a poco hasta fundirse con la realidad de su hija Elsa.
Puede que unas historias cojeen más que otras, o que el final no resulte satisfactorio, o que las palabras o frases en euskera no sean siempre correctas… pero esta nueva entrega de Mayra Montero se lee con fluidez, con interés y uno no quiere pararse a respirar sin averiguar que les pasó a estas mujeres y hasta qué punto el ser humano es capaz de dominar sus pasiones y sus contradicciones.
Si el lector quiere averiguar que le pasó por la cabeza y el estómago a Magdalena, meta sus pies en el agua y no se pronuncie hasta el final. Buena travesía!