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Para morir iguales, Rafael Reig

Para morir iguales, Rafael ReigPara morir iguales, Rafael Reig
Tusquets, 2018
350 páginas, 19,00€, e-book 11,99 €
ISBN 9788490665190

La novela arranca en 1975. Paco Ponzano, de 12 años, es velado en un hospicio de Madrid. Las monjas, el pater …y sus condiscípulos: Escurin, Pardeza, Canicha … y Mercedes, componen el decorado.
Y él. El narrador, el que recuerda su niñez, el que nos acerca a la Transición tanto la suya como la de un país que vive bajo la alargada sombra del nacionalcatolicismo y desayuna, merienda y cena con las caras de Belmez, las fugas de El Lute y el pelotazo bursátil.

Si los guionistas televisivos patrios son unos especialistas en retratar ese pasado, los novelistas no les quedan a la zaga: qué mejor contexto que la larga marcha de 1975 hasta el ya siglo XXI, para que Pedrito Ochoa se explaye en una revisitación de su niñez y edad adulta.
Las cosas de verdad sólo tienen lugar en la infancia y es Ochoa un huérfano de manual en la casposa y oscura vida del Sagrada Familia, el SaFa. Allí hará amigos y enemigos, y forjará su espíritu de supervivencia.

Allí encontrará compañeros de viaje como Sandokan y Yañez, y las visiones de una Virgen María que, como mínimo, resultan chocantes.

Rafael Reig arranca con un velorio una novela que engancha desde el primer momento. Cuenta mucho y lo mucho que cuenta lo hace rematadamente bien.
Se maneja con soltura en todos los registros, y no cae en la autocomplacencia, las cosas suceden y ya. Todos los personajes se mueven en una huida hacia adelante, intentando dejar atras el abandono y las carencias de su mundo infantil. Mundo que tambien es el de los acusicas, las teleplastias y las chapas rojas de Cinzano.

Pedrito Ochoa, el narrador-protagonista, se marcará como meta ser rico, ser guapo, ser visible, librarse de la capa de frío y humedad, de culpa y abandono, que le envuelven.
Sus exitos, sus fracasos, sus amores, sus nuevos amigos … se mezclan con el destino de aquellos que le acompañaron en el pasado.
Es pues un baile de épocas, de sucesos, desde el último -el asesinato de su ex-mujer del que es acusado-, hasta el primero -aquella chapa roja que le birló a Ponzano-.

Rafael Reig baila como un derviche y en cada giro nos asombra con su mezcla de erudición y sentido del humor. Mágico.

 

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