Por lo demás, el retrato que nos ofrece del Berlín de los 40 no puede ser más vívido. Ni más tétrico. Clasificada como novela negra, pocas obras habrá tan negruzcas como esta, pero vaya por delante que no es una policíaca al uso. Tiene sus asesinatos, sus policías y sus chivatos. Vale. Pero aquí no hay Mike Hammer que valga, ni comisarios que advierten de que tengamos cuidado ahí fuera. Aquí está el Terror del Reich que se mete por los poros. Aquí hay seres de carne y hueso dando lo peor de sí mismos. Pero también lo mejor. Como la vida misma.ción.
4 de junio 2012