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Treblinka, Chil Rajchman

Chil Rajchman
Treblinka
Seix Barral 2014
238 páginas, 23 cm
ISBN 9788432221118

A veces puede parecer que hay temas agotados o que de tan manidos resultan irrelevantes y superados. Pues bien, ciertamente en plenos debates sobre memorias históricas, fosas comunes y demás, un testimonio como el de Chil Rajchman se hace casi imprescindible.

Eran seres como nosotros, tanto las víctimas como los victimarios, el mal no distingue de razas, ni de sexos, ni tan si quiera de aspectos, forma parte de cada uno de nosotros y en circunstancias especiales puede  mostrar su rostro mas terrible, abyecto y cruel. Pocas veces se produce el milagro y la supervivencia que Rajchman lo es.

Rajchman escribe este breve relato durante su estancia en Treblinka  (una permanencia de un año, un record), y no dejará que se publique hasta después de su muerte. Uno de los pocos supervivientes, nos cuenta en primera persona y sin edulcorar ni dramatizar, los horribles acontecimientos de los que es protagonista desde su entrada en el campo con su hermana –asesinada nada más llegar- hasta su huída del mismo.

Es una consecución de horrores sistemáticos, crueldades milimétricamente ideadas para contar con mano de obra desde un “transporte” hasta el siguiente. No queda lugar para la improvisación y la galería de penalidades es interminable: “peluquero”, “dentista”, “limpiador”, …Son los oficios que deberá ocupar para lograr sobrevivir.
Alguna pincelada de solidaridad entre las víctimas y más bien ninguna por parte de los llamados una y otra vez “asesinos” en tanto en cuanto no son soldados, sino simples máquinas de causar dolor y matar.

Si esta parte del volumen ocupa 157 paginas, las otras 80 son un epílogo de Vasili Grossman, periodista, que entra con el ejército ruso en Treblinka para su liberación y, judío a su vez, queda impactado por la situación de los supervivientes. De su pluma saldrá la descripción realista y detallada de la maquinaria de destrucción que suponía el campo y su nivel de sofisticación: la exactitud, la pulcritud, el espíritu de economía… aplicados a la tarea de la aniquilación de lo que de humano tiene el ser vivo.

Descorazonador pero necesario, queda avalado por los supervivientes y por el afán prusiano de contabilizar y documentar hasta las más mínimas normas y gastos…nada se improvisa, ni el terror, ni la crueldad, ni la muerte.
Si el relato de Rajchamn es doloroso, el de Grossman es aún más aterrador porque describe todas y cada una de las facetas del horror, del horror pensado por seres humanos para ser aplicado a seres humanos y el increíble espíritu de supervivencia que llevó a la sublevación y destrucción del campo por parte de sus desgraciados habitantes.

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