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Hitler: la novela gráfica, Shigeru Mizuki

¿Y qué decir de la narración? Pues que nos parece una brillante síntesis histórica y biográfica, como pocos libros de historia alcanzan (vida completa de Hitler + II Guerra Mundial en 200 páginas de nada y todo por el mismo precio, a ver quién da más). Si acaso, pecaría un tanto de condescendencia con el protagonista. Aunque tal vez sea eso mismo lo que le vuelva más humano. Y por tanto más responsable.

Promethea, Alan Moore

Quizás podrá decirse que Promethea presenta una erudición excesiva, que no pocas veces dificulta su lectura. Lo cierto es que, a pesar del hermetismo de los temas que trata, la historia consigue el dificilísimo objetivo de dar una visión unificada de la evolución espiritual del ser humano, algo que nos muestra a las claras los riesgos creativos en que se mete el bueno de Alan Moore.

Aunque para arriesgado y novedoso el magnífico trabajo del dibujante J. H. Williams III, una auténtica exhibición a la hora de diseñar las páginas, con innumerables marcos para sus viñetas, e influencias de la pintura europea, desde Klimt a Van Gogh, pasando por Mucha o la psicodelia de los años 60.

Las 7 vidas del Gavilán, Patrick Cothias y André Julliard

Aventuras de capa y espada, intrigas cortesanas, misteriosas profecías, reflexiones sobre la libertad humana, y una genial visión del pathos barroco, en una maravillosa ambientación en la que tiene mucho que decir la perfecta sincronización entre texto y dibujo a cargo de uno de los mejores binomios del cómic mundial, el guionista Patrick Cothias y el fantástico dibujante André Juillard. Ambos continuarán la historia de la familia de Troil en el cómic Pluma al viento (también tienen otro, Masquerouge, sobre el misterioso enmascarado ).

Y es que ya se decía que en el siglo XVII el diablo andaba suelto por Europa…

La Cosa del pantano, Alan Moore, Sthepen Bisette y John Tobleten

El trabajo de Stephen Bisette en los lápices y John Totleben entintando se adapta con total naturalidad a cualquier situación ideada por Moore, lo mismo una escena bucólica de amantes a la orilla de un lago (mejor sería decir un pantano) que un paseo por el Infierno, adonde baja la Cosa en busca de su amada cual moderno Orfeo. A destacar las viñetas psicodélicas, una pura delicia, con un verde que lo invade todo.

Y sí, hay terror del bueno, y los zombis de Bisette dan miedo que no veas… Por cierto, señalar que en el segundo volumen aparece por vez primera el personaje de John Constantine, mago y vidente inglés de dudosa moralidad, y que posteriormente tendrá su propia serie, Hellblazer, con el permiso de Alan Moore aunque sin su participación.

Murena, Jean Dufaux y Philippe Delaby

Mención especial para los dibujos del también belga Philippe Delaby, detallistas hasta el extremo, con un equilibrio magistral entre los personajes  (¿las mujeres más hermosas del cómic? ) y la ambientación (edificios al milímetro, con la ciudad como verdadera protagonista durante el incendio ). Una auténtica obra de orfebre, que en colaboración con los bellos colores de Dina Kathelyn y Jeremy Petiqueux logra viñetas que son auténticas obras de arte (la composición, las calidades,…, vamos, que te tiras mirando un buen rato).

Northlanders 1. El regreso de Sven, Brian Wood y Davide Gianfelice

Pero si la plasmación de la historia, obra del guionista norteamericano Brian Wood, es vibrante y brutal, en gran parte es debida al extraordinario trabajo gráfico del dibujante italiano Davide Gianfelice, quien confiere el requerido dinamismo y tono épico propio de una narración de estas características. Y sin dejarse en el tintero ni una gota de pintura roja. Historia de brutos con transfondo, no apta para todas las sensibilidades pero que hará las delicias de los amantes del cómic de aventuras históricas.

Rubén Vidal Aranguren

El arte de volar, Antonio Altarriba y Kim

Sirve este cómic para hacer un retrato preciso, intimista y a la vez histórico del brutal contraste entre los sueños utópicos desatados por la II República y la cruda realidad de la dictadura para los derrotados de la guerra. Vemos reflejada una España despótica, zafia, arbitraria y gris en un relato impactante y dramático como pocos y con un alcance humano tan sobrecogedor que no dejará indiferente a nadie.

Por lo que respecta a la impecable parte gráfica, el dibujante Kim, quien no nos tiene acostumbrados al puro drama, refleja de forma inigualable la caspa, el esperpento patrio y el ambiente opresivo de la época, por medio de su genuino e inconfundible estilo.

Por todo ello, El arte de volar es un cómic altamente recomendable al que nos atrevemos a calificar como el Maus español, por su intento de comprender las secuelas psicológicas de una guerra.