Escucha, hermosa Marcia, Marcello Quintanilha
Astiberri, 2022
125 págs.
ISBN 9788418909573
Parece que Río de Janeiro está de moda en el mundo del cómic, y de seguir así terminará siendo un género en sí mismo, si es que no lo es ya. Anteriormente recomendamos un gran cómic titulado Río, y esta vez hemos vuelto a la ciudad brasileña para presentar otra joya: Escucha, hermosa Marcia, escrita, dibujada y coloreada por Marcello Quintanilha.
Este artista brasileño (Niterói, 1971) afincado en Barcelona lleva una dilatada trayectoria en el mundo del cómic y ha ganado importantes premios como el de Angoulème en dos ocasiones, por Tungsteno (2016) y por este que nos ocupa (2022), entre otros.Además de ser el título de una modinha, Marcia es una mujer que vive en una favela de Río. Trabajadora de pies a cabeza, en su quehacer compagina dos trabajos, a cuál más duro: por un lado, es enfermera de un hospital y, por otro, atiende a una anciana enferma de Alzheimer. Además, vive con su pareja Aluisio y su hija Jacquelin. O sobrevivir, mejor dicho, porque la relación con esta no es nada buena. La joven, que tiene amistades poco recomendables, se dedica a negocios oscuros y sus padres pasarán las de Caín para intentar enderezarla. En un momento dado, Jacqueline se verá envuelta en un robo y acabará en la cárcel. Y ahí es cuando empieza el verdadero calvario de Marcia y Aluisio.
Emotivo y desgarrador a partes iguales, este cómic te deja con el corazón en un puño. Marcello Quintanilha dirige magistralmente la historia, describiendo los giros de guion que le son habituales, y manipulando de alguna manera al lector, ya que hay personajes que no son lo que parecen al principio (¿o sí?). Y así nos va llevando en una montaña rusa hasta el clímax final. A ello hay que añadir que, además de un dramón como la copa de un pino, es también una bella historia de amor.
Todo ello nos viene presentado en un original estilo gráfico: Quintanilha utiliza la psicodelia como técnica, en la que los colores son variables y no se corresponden con el mundo real, sino (quizá) emocional, consiguiendo así un efecto estético (y sinestésico) verdaderamente expresivo.
Por todo ello, podemos afirmar y afirmamos que estamos ante una memorable obra de Marcello Quintanilha. Prohibido perdérsela.