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El viaje de Pipo, Satoe Tone

Sé que corro el riesgo de que me expulsen del muy distinguido y más selecto club de los heavies de bote, pero no he podido evitar sentir algo por esta preciosidad de libro. Sé que en dicho club, por el mero hecho de utilizar la palabra “preciosidad”, te ponen de patitas en la calle. Pero no me importa, antes me voy yo, alegando lo que alegó en su día Groucho Marx sobre el tema. Y me dispongo a defender a capa y espada la cualidad de precioso de este libro que tantos problemas sociales me va a acarrear.

A Dios pongo por testigo que su portada atrajo mi atención y que sólo tras hojear el contenido y decidir que éste era un libro bello y especial reparé en que había recibido el Premio Internacional de Ilustración Feria de Bolonia – Fundación SM, 2013-. Así que me declaro inocente del delito de recomendar un libro premiado, que como todo el mundo sabe no tiene ningún mérito (aunque ahora que lo pienso, recomendar algunos libros premiados más que mérito requiere desvergüenza).

A lo que íbamos. Recomiendo, pues, a todos aquellos, niños o adultos, que aún no tengan la retina requemada por decenas de horas de Gandía Shore y que aún conserven algo de sensibilidad, que hojeen esta joya y disfruten de la estupenda gama de colores de la artista japonesa Satoe Tone, de los diversos paisajes y estaciones del año representados y de las emociones que, cual pintor impresionista, evoca de manera tan delicada. Todo un goce visual acompañado por un bello texto que no puede dejar indiferente a nadie. Ni siquiera a mis excolegas del club.

Si levantara la cabeza, Daniel Vázquez Sallés

Hace unos meses comentábamos en esta misma sección una novela que se planteaba la resurrección de Adolf  Hitler en la Alemania actual –con el consiguiente revuelo en la sociedad alemana- y nos preguntábamos si esta parodia sería posible en este país.
Pues bien, el nada sospechoso Daniel Vázquez Sallés  -periodista, productor cinematográfico y novelista de amplia trayectoria-  se ha atrevido con el mismísimo Franco en un ejercicio literario tan divertido como agrio.

El punto de partida no puede ser más esperanzador: “Españoles,  Franco ha muerto”… pero su yernísimo el marques de Villaverde le extrae seis pelos que serán la matriz para su clonación, de la mano del Doctor Mengele traido ex-profeso del Brasil.
Treinta y pocos años después Paquito sale de las sombras para tomar las riendas de un país que va a la deriva, a través del CAP, su partido, el Cuarenta Años de Paz.
Y con dos… !!jamones¡¡ que, cruzados, forman el emblema del partido.

No hace falta más para imaginarse la de situaciones a las que se enfrenta el personaje y el grupete de elementos que le rodean (fascistas de medio pelo, otros encubiertos en alias, incluso algunos que se presentan tal cual como Pitita Ridruejo en cuyos brazos renace este remedo de Franco…) que elaboran una loa coral entorno al “una, grande y libre” y metiéndose a saco con todo el rojerío del país.

Lo que no es tan gracioso es que ese meterse a saco recuerda a muchos postulados de partidos actualmente en el poder y a muchas actitudes que el paso del tiempo no ha eliminado.
Esa derechona arcaica, farisea, cruel …. Estupendamente retratada en personajes como el Conde de Atapuerca,  Grande de todos los Maestrazgos, o en fascistas de nuevo cuño y reyes del marketing como Maremar y Maremir.

Se trata pues de un buen entretenimiento, sobre todo para los que no vivieron el terror de los 40 años de paz, divertida y a la vez chocante para la generación que empezó a sentir los aires de libertad en las postrimerías de la muerte del dictador.

Para los primeros, los que sufrieron los famosos 40 años, queda como consuelo que la tecnología utilizada en Paquito 2 estaba basada en la clonación de la oveja Dolly y todos sabemos como le fue a ésta…
Solo nos queda echarnos unas risas ¿o unas carcajadas? A su salud, camaradas.