Es una línea temporal marcada por el dolor y la desdicha y unida a los textos y a la vida de sus “personajes”.
Para Herta Müller no hay más verdad que la vivida, que la escrita, y es la literatura la que da valor último a todo ello.
Müller, Premio Nobel de Literatura 2009, conoce de primera mano la represión y los años de censura, no en vano tuvo que exiliarse de la Rumania de Ceaucescu, y podemos considerarla una especie de testigo de los temas recogidos en los tres ensayos.
Hace suyo el dolor de todos estos testimonios, escarba, pero sin sensiblerías, en los hechos fríos, en las distintas circunstancias que llevan al ser humano al límite, a la locura, a una supervivencia tocada para siempre, al deseo de morir junto a la persona amada en una alambrada eléctrica… al dolor más profundo e inhumano.
Ella entiende qué es tener que huir con sus “papeles” -como lo hace Kramer, que regresa al cabo del tiempo con sus mismos escritos pero totalmente alienado-, lo que es sentirse perseguida y sin aire en su propio país, esperando al enemigo, esperando al fin.
Recoge textos de los tres autores y los deja indefensos ante nosotros, con muy pocas aportaciones. Una vez más insiste en que lo vivido, escrito, es lo que hace visualizar el dolor. La existencia de estos seres pasa por diversas formas de asimilar la situacion: la locura, el desapego, una suerte de adormilamiento de uno mismo, … que, en negro sobre blanco, nos hacen entender en cierto modo su horrible realidad.
Sus biografías, sumadas, suman a su vez la individualidad, y nos muestran la herida. Asi, Inge Müller se identifica con la Alemania del 33, los hombres del primer amor soldados a medio hacer, el llamamiento a filas en el 45. En sus versos pasa lista a los muertos, seca, cortante, una vez más la lista del dolor.
Como soldado vivió varios días bajo los escombros. Una experiencia de la que no pudo regresar intacta. Y es que autores como Semprún o Levi ya nos recuerdan que el superviviente no sale indemne ante el horror.
Ella sufre la censura más profunda, la propia, ante un régimen totalmente burocrático y desnazificador, con la delación y el stalinismo como normas. Su obra no se verá publicada hasta 1985, ella había muerto en un último intento de suicidio en 1966, dando una última bofetada al sistema.
“Mi vestido volverá a ti por correo
yo misma tal vez no regrese
deber y destino de soldado
cómo odio los cantos guerreros”
Inge Müller