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Estambul, Joseph Kanon

Es en blanco y negro y es una de espías… Reza la publicidad que “estamos ante la mejor novela de espionaje de los últimos tiempos”.
Pues bien, Estambul, de Joseph Kanon, tiene ingredientes más que de sobra para ello: años 50, en plena guerra fría, ir y venir de espías, consejeros, comisarios políticos…los grandes hoteles como centros de información y desinformación, ideales para ver y dejarse ver…

En este contexto se desarrolla la acción –trepidante por cierto- de la última novela de Kanon. Si ya por El buen aleman sabíamos de su buen hacer tanto en lo que cuenta como en lo bien que lo cuenta, con Estambul da una nueva y certera lección de savoir faire.
Si bien el escenario no es Berlín sino el Cuerno de Oro, los personajes y las situaciones están tan bien o mejor descritos y dispuestos que en aquélla.

Los avatares del protagonista, León Bauer, en una selva de amenazas, francotiradores, judíos en fuga, malas conciencias…son verdaderamente electrizantes.
El ritmo no decae en ningún momento ni tan siquiera en los “affaires” o en la peculiar relación de León con su esposa.
La trama está marcada por el asesinato de dos americanos y el “cambio de cromos” con criminal de guerra de por medio. La trama está marcada a su vez por los judíos que huyen a Jerusalen a cambio de autenticas fortunas. Y en la trama tampoco falta una hermosa historia de amor, acrecentada por la decencia de nuestro hombre, por su capacidad de entrega y de discernir entre el bien y el mal.
Demasiado “legal” para ser espía, León irá desplegando su capacidad de supervivencia , para finalizar en la opción más ¿lógica?…

La lectura pondrá a prueba la paciencia del lector que página a página se verá envuelto en los encantos de Estambul y de una época que, tan bien retratada en las “pelis” americanas de los 50, no nos es tan extraña.
Es en blanco y negro y es una de espías… de las buenas.

Silas Corey: la red Aquila, Fabien Nury eta Pierre Alary

Tengo entre manos un cómic del mainstream francés que me ha entretenido bastante, cosa que, en mi caso al menos, no es algo muy frecuente. No soy yo muy dado a la bande dessinée del país galo (me quedé en Astérix y de ahí no he pasado, qué le voy a hacer). Entonces para qué meterme en jaleos, se preguntarán ustedes, si aparentemente no soy el público-target para este tipo de obra. Pues sencillamente porque una tarde tonta la tiene cualquiera. Y también porque el tal Fabien Nury que firma el guión me rondaba la cabeza por algo positivo que había leído vaya usted a saber dónde, vaya usted a saber cuándo. Y además porque ya la primera página me atrapó: plano contrapicado a doble página, soldados franceses saltando por encima de una trinchera y la leyenda “Primavera de 1917”. Ahí me has pillado. Sensible que es uno.

 

A continuación aterrizamos de golpe en pleno París de la Gran Guerra. Y eso mola mucho. Y conforme vamos pasando páginas nos topamos con una historia a base de intrigas, espionaje de altos vuelos y un objeto que puede cambiar el transcurso de la Historia. Todo ello protagonizado por antihéroes, antiheroínas, antivillanos, antibelicistas, antipacifistas… En fin, todo un sarao. ¿Más visto que el tebeo? Tal vez. Pero funciona.

 

El tipo de dibujo que presenta no es algo que de entrada me atraiga demasiado. Cabe destacar que el dibujante Pierre Alary participó en la realización de la película de Disney Tarzán, con lo que supongo os haréis una idea de por dónde van los tiros. Pero, maldita sea, hay que reconocer que este tipo tiene sentido del espectáculo, de la acción y un concepto visual muy cinematográfico, sobre todo a la hora de dotar de dramatismo a las situaciones y a los escenarios (atención a la secuencia en las Galerías Lafayette).

 

Así pues, creo que va siendo hora de que deje Astérix a un lado y empiece a conocer mundo…