Imagina, imagina…un ser vulgar, una existencia anodina, un día tras otro y otro y otro. Imagínate a ti mismo siendo quien no quieres ser, arrastrándote por una vida que no quieres vivir, junto a alguien a quien temes y desprecias a la vez, en un trabajo que no es para ti.. en suma viviendo una vida que no deseas
Pues sigue imaginando…alguien te da una llave y de la noche a la mañana eres otra persona y no te das cuenta de ello hasta que ves al otro, a ese que ya no eres tu.
Ivan Thays construye una nueva vida para Antonio, llena de emociones nuevas, lejana de la rutina que le machaca, de la presencia asfixiante de su mujer, Mercedes. Dota a Antonio de una nueva personalidad de manera paulatina pero ello, si bien al principio le aleja de su realidad -ponen a su alcance placeres de todo tipo- , le enfrenta con la misma cuando comienza a observar su casa, la que era su casa, que está enfrente de su lujoso chalet.
Toda una serie de disparatadas peripecias tienen lugar en la compañía de la bellísima y misteriosa Valdemar, la grotesca Orfilia, el falso Antonio… pero que causan más tristeza que otra cosa, puesto que la memoria de nuestro amigo se pone en marcha, y con ella el recuerdo de las relaciones con su padre y abuelo, la dureza y oscuridad de su infancia… y el reflejo de todo ello en la realidad de la que pretende huir.
Muy fácil de leer, no por ello es una novela simple, sino que cuenta con una hábil estructura que nos va introduciendo en la acción de una forma circular o más bien ondulada, como los peces de la gran pecera de Antonio, los que guían sus días y le arropan con una ternura que no abunda en su mundo real.
De sobra deciros que no os voy a contar que sucede con Antonio, si desenmascara o no al falso doble, si lo ha soñado todo, si Mercedes se marcha a Las Bahamas, si es todo un invento del dueño de la tienda de animales….. son sólo 203 páginas… y disfrutas, y además te hace pensar.