Así, las investigaciones van desde granjas de reproducción de seres humanos, a enigmas en torno a ritos chamánicos, satánicos o vaya usted a saber…. Lo que no cambia es la pelea con el poder oscuro ya sea el establecido -la judicatura, los propios compañeros de comisaría…- o el que escapa del entendimiento -apariciones, dobles personalidades, conspiraciones, …-
En la polar francesa destacan en este apartado nuestro viejo conocido Franck Thilliez y su detective Sharko -enredado en sus tramas genéticas y sus problemas de personalidad- y, como no, el afamado Jean-Christophe Grangé, con una amplia biblíografía e incluso una adaptación al cine muy exitosa de su novela Los ríos de color púrpura.
En el pasajero, Grangé se descuelga con una trama endiablada: una serie de individuos que sufren fugas psíquicas -se olvidan de quienes son y adoptan otras personalidades-, un asesino que utiliza la mitología como fuente de sus atrocidades, un surtido de asesinatos a cada cual más bizarro…. hilados con un ritmo trepidante.
¿Y quienes protagonizan la trama? Pues sí, hay una pareja, pero actúan en paralelo: la inspectora Chatelet -otra con graves problemas personales- que cree sin reservas en la inocencia del psiquiatra Mathias Freire -un «abducido»- y se pasan la novela transitando entre Burdeos, Marsella, París….., mucho material y muchas situaciones que ponen los pelos de punta.
A pesar de su larga extensión -más de 700 páginas- puede ser la novela del verano… Si te gusta pasar penalidades con sus protagonistas, (amnesias, palizas, descubrimientos macabros del pasado, visitas a psiquiátricos, las tripas de la vida de la gente de la calle…) que la noir no es sólo para las largas noches de invierno, es algo que todos los aficionados al género sabemos muy bien… al borde de la piscina también podemos sentir la llegada del Mal.. ¿o no?