El IRA atentó contra Margaret Thatcher en el Grand Hotel de Brighton en 1984. Ella representaba la postura más conservadora y más intransigente, tanto en lo económico como en lo político y se daba el lujo de embarcarse en una guerra, la de las Malvinas, a fin de acallar los rumores de debilidad.
En este marco -un lugar y unos hechos reales- colocará Jonathan Lee a sus personajes.
¿Quiénes ejecutaron la acción? ¿Qué pensaban? ¿Llegaron a conocer a otros huéspedes del hotel? ¿Trabaron relación con alguien del personal? ¿Calibraron la cantidad de gente que se vería afectada? ¿Qué sintieron antes, durante, después…?.
Y los afectados ¿lo vieron venir en algún momento? ¿Qué notaron? ¿Qué pensaron?
Lee no nos va a narrar el suceso y sus pormenores. La suya no es una novela de acción, de rápidos diálogos, tan ligera como superficial.
La suya es una novela de pequeños elementos, de sentimientos que traspasan el tiempo, de sensaciones difícilmente explicables…de todo aquello que conforma los días normales de los humanos. Esos días en que de repente recuerdas aquel café que tomaste en esa otra ciudad al oir esa antigua canción. Esos días en que tu pareja se retrasa y un ligero aire frio recorre tu espalda. Esos días en que el ser querido se revuelve en la cama, inquieto, con un poco de fiebre y temes. Esos días, en suma, en que uno esta especialmente receptivo o bien tiene el suficiente tiempo para escucharse a sí mismo y pensar.
Dan, embozado en la persona de Roy Walsh, pondrá esa bomba en el Grand Hotel. Y, sí, sabremos como fue enrolado, con qué intensidad aguantó todo el proceso. Sabremos como vivía, con quien vivía, cómo era su barrio y cómo de fuerte era la presión que le rodeaba.
Freya Finch sera esa recepcionista excepcional, hija del subdirector del hotel.
Y, sí, tambien sabremos que hacia, donde estaba y como vivió el momento.
Moose se nos presentara como el subdirector del hotel, estresadísimo por la convención del Partido Conservador, ya que de su buen hacer depende su ascenso.
Estos tres personajes seran el eje de un conjunto de “satélites”: los clientes -tan diversos como complejos-, los amigos de Dan, los trabajadores del hotel -la enigmática Marina, el surfista John…-, la enloquecida madre de Dan…
En ellos veremos entremezclarse esa realidad cotidiana con el mar de fondo que todos llevamos dentro: la perdida de su padre y su hermano y la “carga” de una madre loca en un vecindario católico y pobre (Dan); una vida lastrada por una madre que la abandonó y un padre casi autista para el que trabaja en un ambiente que se le hace feo y estrecho (Freya) y un hombre apocado y triste, que fue perdiendo todo su arranque, que solo vive para ese hotel y que acaba de sufrir un infarto (Moose).
Todos ellos conforman el elenco de la función, de los acontecimientos trágicos que se viviran en el Grand y que nos dejaran tan perplejos como sumidos en una enorme tristeza…