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Una temporada en el purgatorio, Dominick Dunne

Si comienzo diciendo que va de una familia rica, muy rica, norteamericana, de origen irlandés y católica a morir, cuyo patriarca tiene grandes sueños para sus hijos -no tan grandes para sus hijas-, a los que enseña a utilizar todas las triquiñuelas a su alcance para obtener el poder…
Si añado que el resultado de sus afanes sera irregular y que siempre contarán con fiambres en su armario (sobre todo femeninos), que serán conocidos por su consumo desmedido de alcohol pero queridos y respetados por su porte, su prestancia, revestidos de un manto “real”…
Seguro que habreis pensado: ¡Camelot!

Pues sí pero no. Dominick Dunne es mucho más ambicioso: aunque ciertamente tanto los personajes como la trama recuerdan a las andanzas del clan Kennedy, esta novela es mucho más que eso. Es una radiografía fiel y descarnada de toda una época, del afán de los nuevos ricos por afianzarse en el poder, de la falta de escrúpulos a la hora de conseguir sus fines, del valor del dinero, del uso del soborno como algo habitual y conocido, de como utilizar todos los resortes a su alcance -influencia, extorsión, medios de comunicación…-para escribir la historia a su medida, para crear verdades paralelas.

Los Bradley, esa familia modelo que, a pesar de su dinero, no encuentra su “hueco” en la anglosajona sociedad estadounidense, lo que se convierte en una obsesión para Pa Gerald y, por ende, para toda su prole.
Eliminados ciertos “obstáculos” -la hermana deficiente es recluída en un sanatorio, se buscan candidatos más o menos presentables para las otras hijas…- será el hijo más adecuado, Constant, el llamado a cumplir con el gran sueño de colocar a un católico en la presidencia de los EEUU.

En este clan tendrá un papel estelar el joven Harrison, totalmente fascinado por la manera de comportarse de los Bradley. Y precisamente será la figura de Harrison la que articule la trama desde que entra en contacto con el adorable Constant hasta el momento del crimen. Hasta el momento que las cosas cambiarán de manera irrevocable.

Los hechos, los testigos, las presiones, los secretos…marcarán el ritmo de esta estupenda novela que consigue mantenernos en vilo tanto por lo jugoso de los hechos y sus personajes, como por la capacidad de hacernos reflexionar mientras trotamos alegremente por sus 473 páginas.
No son los Bradley los únicos que construyen verdades paralelas, los que creen que el planeta gira a su alrededor, los que manejan a sus satélites e hilan redes que sólo les favorecen a ellos en ese ansia de poder, riqueza y estatus insaciable.
Si no lo he dicho antes, lo digo ahora: me ha gustado mucho mucho.

Pista negra, Antonio Manzini

Antonio Manzini ha hecho llegar un nuevo caso de su detective Rocco Schiavone –Sol de mayo– a nuestras estanterías.
Pero siguiendo el sabio consejo de una colega -siempre dicen que los casos, los libros, son independientes, pero en cierta forma si no los leemos en su orden nos perdemos la presentación y crecimiento de los protagonistas- me he animado con su primera entrega Pista Negra.

Es, tratándose de un titulo de la colección black, una novela negra. Sin embargo, aunque lo es de manual -un asesinato en las pistas de esquí, un pueblo muy pequeño donde todos se conocen, donde razones para cargarse al interfecto hay bastantes y un comisario de policía venido de Roma y pelín cabreado por encontrarse en este valle perdido y tan poco amigable (se esta cargando sus finísimos clarks por pares)-, tiene unos ingredientes que lo dotan de un plus: la vida en el valle de Aosta y sus costumbres, el impacto del turismo, lo enigmático y huraño de los lugareños…

El subjefe de la policía de Roma, Schiavone, aterriza de forma obligada en este lugar en las antípodas de la culta, refinada y sofisticada ciudad a la que esta acostumbrado.Su encaje es casi imposible y ello dará lugar a momentos incluso divertidos.
El pasado de Rocco se irá desgranando a través de sus páginas y marcando su forma de comportarse: insolente, maleducado, hosco, bronco, desleal, machista, avinagrado, clasista, saltándose todas las normas imaginables y metiéndose en territorios no precisamente legales.

El caso, sí, será resuelto, pero esa es otra historia. Porque Schiavone es muy, pero que muy eficaz, y eso sus jefes lo saben.
A pesar de mofarse de todos y de todo, no puede dejar un asunto sin cerrar, un crimen sin resolver, una mentira sin destapar… cuidando de que sus trapos sucios queden guardados en el armario más oportuno.
Irónico y descarnado, irá matando sus penas de la única manera que sabe, huyendo hacia adelante bien en la búsqueda del asesino, bien macerándose en su propio sufrimiento.

Vaya, que me alegro de haber escuchado a mi colega y ahora sí estoy en condiciones de seguirle la pista a nuestro subjefe Schiavone. Creo que hemos hecho un nuevo fichaje. Al tiempo.

Las chicas, Emma Cline

Cuando uno se encuentra con la ópera prima de una joven autora norteamericana que rápidamente escala puestos en las listas de ventas de todo el mundo e incluso parece destinada a servir de base a una película, uno se echa a temblar.
No es desconfianza, no. Es sólo que todos sabemos como se las gastan los equipos de marketing de las editoriales: la venta es la venta, la calidad de lo que vendemos es otra cosa.

Pero a veces, algunas veces, nos puede la curiosidad y esta es recompensada: a pesar de todo lo reseñado anteriormente Las chicas de Emma Cline es una novela que merece la pena, y mucho.

El verano de 1969 en California es el marco en el que se desarrolla la acción: el verano del amor, de la necesidad de emociones fuertes, del coqueteo con las drogas, de la huida hacia adelante…y el verano en que nuestra joven e insegura protagonista, Evie, vivirá una experiencia que la marcará para siempre.
Compartiremos con Evie un viaje iniciático: el fin de las normas, del sentido de culpa, la búsqueda del placer y del amor, el desprecio por la forma de vida de sus padres.
En ese viaje, Evie perdera la inocencia y se verá sumergida en algo mucho más complejo que el tonteo con la coca o el alcohol.
Evie conocerá a las chicas, a las satélites del gurú Russell y con ellas la vida de la comuna y sus singulares -y no por ello menos estrictas- leyes.

Tomando como referente a la familia Manson y sus actividades, que forman parte de la crónica negra americana, Cline elabora un descenso a los infiernos de manera suave, pausado, introduciéndonos en lo que es la secta y lo que va suponiendo para cada una de sus jóvenes integrantes.
La figura central del gurú no lo es tanto para el lector: el foco se sitúa siempre en ellas, las chicas, las sacerdotisas de ese juego macabro, las manipuladas y las manipuladoras, las que se ven abocadas a un trágico final.

Estas chicas cambiarán de algún modo el poder de sus familias -de sus padres y hermanos- por la figura paternal de Russell, al que obedecerán sin reparos.
Es más, rivalizarán entre ellas para superar todas las pruebas impuestas por él, por ser las mejores, las elegidas.

La novela transita entre dos planos teniendo siempre a Evie como protagonista: la Evie niña que observará entre alucinada y consternada todo lo que esta sucediendo y la Evie madura que recordará aquel tiempo y lo que supuso para ella.

Bien construida, narrada con gran sensibilidad, dibuja personajes con gran talento -destaca la enigmática Suzanne- y nos transporta a una realidad que sigue siendo eso, real: la eterna búsqueda de un mundo mejor, donde uno quiere encajar y al que no importa el costo que hay que pagar para acceder.

El paraíso perdido, de John Milton, Pablo Auladell

A primera vista, recomendar en un blog literario obras premiadas puede parecer un acto de suprema jeta serrana. Como proclamar a los cuatro vientos que Maradona jugaba bien al fútbol. Pero tampoco es menos cierto que los premios literarios, sean del pelaje que sean, no siempre dan en la diana. Por ello, no nos parece baladí reconocer públicamente que un determinado premio esté merecidísimamente concedido. Es el caso de la obra que hoy queremos recomendar especialmente y que fue ganadora del Premio Nacional de Cómic 2016. Premio que, dicho sea de paso, no da puntada sin hilo y es ya una referencia ineludible para todos los fans del noveno arte.

El autor de El paraíso perdido, el dibujante e ilustrador Pablo Auladell, se incorpora por la puerta grande a nuestro particular panteón de deidades comiqueras. Y nunca mejor dicho, por cuanto el tema tratado es precisamente el de dioses y monstruos. Reproduce en lenguaje de viñetas y bocadillos la imperecedera obra del poeta inglés del siglo XVII John Milton, lo cual puede parecer sorprendente, pero visto el resultado, hemos de afirmar que la copia no desmerece en nada al original (con la venia de tan insigne literato). Dicho lo cual, también quisiera añadir que el mundo de la poesía no le sienta nada mal al cómic. Cierro digresión.

Reproduce esta novela gráfica, decíamos, la obra en la que Milton, gigante de las letras anglosajonas, con hermosas y épicas palabras, glosa el génesis de la Humanidad y el Origen del Mal. Un mal encarnado en un Satán verdaderamente escalofriante en manos de nuestro premiado dibujante, que lo mismo mueve a lástima como a profundo pavor. Tan pronto se siente uno identificado con él, como lo rechaza visceralmente. Pavor, sin embargo, no mayor que el provocado por un Dios omnipotente y su cohorte de arcángeles, glacial y terroríficamente bellos en la pluma del ilustrador alicantino. Su arte muestra lo sobrehumano de estos seres gracias a una magistral combinación y contraposición tanto de colores como de trazos. La caracterización de Satán, huyendo de todo estereotipo es, sencilla y llanamente, soberbia en cualquiera de sus encarnaciones, digna de convertirse en arquetipo estético para futuras generaciones. Al diablo con el olor a azufre, los cuernos y el rabo puntiagudo, el Satán de Auladell es digno de poblar, en adelante, nuestras más perturbadoras pesadillas.

Bettý, Arnaldur Indridason

¿Qué me dice una vocecita al oído? De un tirón. Se lee de un tirón. Y eso a la hora de dedicar un tiempo a la lectura -que casi casi se ha convertido en militancia- es muy, pero que muy importante.

La novela de Arnaldur Indridason -todo un referente de la novela negra escandinava o Scandinavian noir – es un despliegue de trucos dominados con maestría: una relación laboral que se mezcla con el deseo y la pasión, un triángulo (?) amoroso, la riqueza y el glamour, malos tratos…y un ejercicio de manipulación de la mano de Bettý, la fulgurante protagonista.

Ella será la que teja una red de medias palabras, maniobras, confesiones, intrigas…con el fin de lograr lo que siempre ha deseado: una gran fortuna, una vida de lujo y poder.
Pero, para ello debe fascinar, seducir, controlar y manejar a las marionetas que la llevarán al éxito. Y sabe hacerlo, vaya que si sabe hacerlo.

Hasta aquí, puede parecer una novela negra más de las muchas que se editan, pero a lo largo de la narración se van sucediendo una serie de golpes de efecto que la dotan de un peso singular. Tanto es así, que a veces piensas que te has perdido algo importante, que el autor te esta engañando, que debes releer un par de capítulos anteriores…

Nada de lo que ocurre es casual, cada movimiento de los participantes en la farsa tiene su importancia: antes, durante y después del crimen todos juegan su papel, a veces desde la más completa ignorancia.
Y precisamente desde esa completa ignorancia se nos narra en primera persona la malévola trama: su inicio (la seducción, los juegos de placer y poder), su nudo (el control absoluto) y el desenlace (calculado hasta el milímetro por nuestra femme fatale).

Sabemos que nada es lo que parece, pero las sorpresas nos esperan…
creo que nuestro umbral de confianza en los demás bajará muchos puntos… nunca volveremos a mirar un martillo de la misma manera.

#Hiperconectados, Lucía Taboada

Hiperconectados, Lucía Taboada#Hiperconectados, Lucía Taboada
Planeta, 2015
180 orrialde, 15 €, e-book 9,98 €
ISBN 9788420423944

Post hau Zienzia Kaieran argitaratu zen.

Lucía Taboada @TaboadaLucia, kazetaria eta sare sozialetan aditua da. Mugikorren belaunaldikoa bete betean, liburu honetan hiperkonektatuen mundua aztertzen du modu erraz batean, gaian adituak ez direnentzat adibide praktiko ugarirekin eta  ironia handiarekin. Hiperkonektatuak bizi direnekin hasi eta hamaika ataletan pantailen mundu zabalari errapasoa ematen dio: sare sozialak, sare sozialetako hizkera, Interneten eta Interneti esker egiten ditugun gauzak, wifia, pantailaren menpekotasuna, whatsappa, exhibizionismo birtuala, youtuber belaunaldia, giffak eta memeak, eta liburuaren amaieran, etorkizunera hurbiltzen gaitu.

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Mi nombre era Eileen, Ottessa Moshfegh

Sogas, venenos, mordazas, rencores, matanzas, sadismo, abusos, corrupción, venganza, dolor, frío, cárcel, pánico, expiación…Todos ellos componen lo que denominamos popularmente género negro o polar.
Ottessa Moshfegh los revuelve y mezcla muy hábilmente en la coctelera de una joven atada a un padre alcohólico y abusador, un trabajo patético -en un correccional de menores con su dosis diaria de horrores-, una vida ni medio normal -se viste con la ropa de su madre muerta, no tiene relaciones sociales ..- y una mente que piensa, que piensa demasiado, deseando cambiar su realidad sin saber muy bien cómo hacerlo.

Eileen Dunlop nos relata su día a día, sus estados de ánimo cambiantes, su falta de autoestima, sus delirios, sus temores… funciona como puede, sin ninguna ayuda, sin ningún apoyo, y a bandanzos, a golpes, a impulsos, nos muestra todo el dolor, la ira y la frustración que alberga su escuálido cuerpo. Asistimos en primera persona al desarrollo de un personaje triste, deprimido, encajonado en una vida amarga que odia, pero de la que parece no poder escapar.
Es una narración rápida, a ráfagas, clara, sin pudor alguno… que nos lleva del horror a la risa, de la pena más profunda a la hilaridad más superficial.

En esta oscuridad tan absoluta, aparece como una revelación la brillante y elegante Rebecca Saint John, que hará volar en pedazos el muro de contención que rodea a nuestra protagonista. Ella será la chispa que termine con la vieja Eileen y de paso a una nueva mujer, a una nueva existencia. De hecho, dejará de envolvernos en sus miserias y proyectará su vida en su incipiente relación con la increíble Rebecca.

En un bucle helado y horrible, la autora modela un final sorprendente, que rezuma dolor y perdón a partes iguales.
Terrible pero franca, Eileen abrirá por fin las puertas a una vía de escape, pero nada se producirá como ella había soñado…y nos dejará sumidos en una mezcla extraña.
Como diría aquel ¿negra?, negra no, lo siguiente.

Baruc en el rio, Rubén Abella

Si empezamos diciendo que es una novela coral, protagonizada por dos niños y un perro, que un suceso marcará a una familia de forma irremediable, que todos los personajes que en ella habitan tienen su propia historia, que era verano de 1980… podemos pensar que se trata de una novela sobre el paso de la infancia-adolescencia a la edad adulta, una más de todas aquellas que pueblan los anaqueles de las bibliotecas. O tal vez se trate de un remedo de la serie televisiva Cuéntame que te pasó.

Bueno, pues sí pero no. Rubén Abella en esta -si llevo bien la cuenta- su tercera novela, nos presenta una bonita historia muy, pero que muy bien contada: uno de los chicos -el más pequeño-, recrea 30 años después lo que pasó esa plomiza tarde de agosto en la vida de su hermano Baruc, su compañero de juegos, el indispensable e increíble hermano mayor…y lo que ese suceso supuso para los miembros de la familia y los vecinos y amigos del barrio.

De su voz asistiremos al devenir de los hechos, marcados por la aparición de Tigre, el perro vagabundo.
A veces un suceso menor hace las funciones de una cerilla en un matorral. Esta vez será el perro el que inicie el incendio y reviente la más o menos apacible existencia de Baruc y su familia.
El “incendio” servirá al joven narrador para introducir en la acción a los familiares, vecinos y demás fauna del barrio -Padre y Madre, el tío Sócrates y su famosa partida con Bobby Fischer, el Ogro, los refranes de la abuela Milagros, ..- y las vidas de cada uno de ellos, el por qué de quiénes son ahora, quiénes fueron y qué deseaban ser.
Los personajes están increíblemente bien dibujados y aportan sus propias y magníficas historias.Tanto es así que componen pequeños relatos dentro de la propia narración.

El escenario tiene también su miga: es La Isla, una zona del río cercano donde los chavales ríen, juegan, pescan o lo intentan, donde miden sus fuerzas y su valentía, donde sueñan que son hombres.
Mientras, los adultos se mueven en una vida de “verdad”, luchando o no por sacar la familia adelante, trabajando, batiéndose el cobre por sobrevivir o dejando que todo siga su ritmo sin intentar variarlo.

Yo no destripo. No os contaré qué sucedió exactamente. No pasaré cuenta de lo que supuso para cada uno de ellos. Pero sí que os recomendaré que dediquéis un rato a esta novela ágil pero compleja, con muchas lecturas y aristas, y en la que uno no puede dejar de verse reflejado. Una vez que asomas la nariz al universo de Baruc ya no hay marcha atrás.

Informe contra mí mismo, Eliseo Alberto

Es esta una reedición no por necesaria menos llamativa: necesaria por un contenido vigente como nunca, llamativa por coincidir en el tiempo con el fin de Él, de El Caballo, de El Hombre… Podemos leer,de nuevo, la novela-testimonio de un joven de la revolución convertido en renombrado escritor –Eliseo Alberto– y a su vez en “gusano”, en producto del mismo sistema que le rechaza… al tiempo que desaparece su figura central -Fidel Castro-.

El Informe contra mí mismo (1997), fue mucho más que un encendido recorrido por los años de juventud y militancia política, por los tiempos en que otro mundo parecía posible y estaba en manos de esa generación. Supuso mucho más, porque narra como esos protagonistas ingenuos las más de las veces, pagados de sí mismos otras, combatientes en una lucha hacia una sociedad más justa…fueron también testigos de una deriva, una deriva que condujo al final de ese “mundo feliz” y el inicio de cientos, de miles de rupturas, por mor de seguir o no las directrices del partido, de hacer o no propias las consignas del momento…

Eliseo Alberto proviene de una familia burguesa de intelectuales (Eliseo Diego, los Vitier..) que, aunque decidió no salir del país cuando llegaron los barbudos, siempre tuvo una visión ciertamente distante de los nuevos tiempos. Es por ello que muchos ven en su postura el fruto del ambiente en el que se educó.
Sin embargo ello no obsta para que Eliseo Alberto tome la voz de aquellos que, como él, integraron las filas de los fieles a la revolución hasta que, el día en que le pidieron hiciera un “informe” sobre su familia, amistades y demás.. cayó en la cuenta de que aquello no era, que no debía ser, que no tocaba.

Es libro de lectura amena, aunque a veces sus localismos o referencias constantes a intelectuales, políticos y personajes habaneros, compliquen su compresión.
Sea como fuere, una inmersión en lo cubano desde la premisa que hay más que une que que separa entre los mundos de la isla, el exilio y el “insilio” (exilio interior).
Que el problema no fue la revolución en sí, sino la deriva hacia un sistema que no permitía el “no” bajo ningún concepto.
Para Alberto, no es la caída del muro, ni la actitud cada vez más cerril de los EEUU, las que provocan el colapso, es la incapacidad del propio sistema de resistir ante ese “no” interior, no por silenciado menos importante.

Así que, junto a las biografías de Fidel Castro que “toca” leer, no estaría mal echar una ojeada al Informe contra mí mismo de Eliseo Alberto. ¡Súmate!